| Aquella noche, en su casita Westerwald, en el centro oeste de Alemania, una mujer decidió entrar en su ordenador y ver, a través de una webcam, las bellas imágenes de la inhóspita playa de St. Peter-Ording. La playa estaba helada. Pero, contra todo pronóstico, no estaba desierta. El hombre perdido pidió ayuda con una bengala. La mujer casera vio la luz y alertó a la policía. La webcam instalada en la playa obró el 'milagro' y nuestro fotógrafo se salvó gracias a un grito proclamado a 500 kilómetros de distancia. "No podía encontrar la costa porque se había cubierto de nieve", relata Kristin Stielow, portavoz de la policía, "ha salido bien de la situación, pero podía haber muerto de frío, sufrir una herida provocada por el hielo". Fuente: AFP | |