WASHINGTON.- El jefe del Pentágono, Robert Gates, y el jefe del Estado Mayor Conjunto, Michael Mullen, anunciaron ayer que apoyan "plenamente" que los homosexuales puedan servir en las Fuerzas Armadas.
En una audiencia ante el Comité de los Servicios Armados del Senado, ambos apoyaron la derogación de una ley que ordena la expulsión de los militares que declaren abiertamente su homosexualidad. La ley causó la expulsión de más de 10.000 militares que revelaron su preferencia sexual, incluidos 428 en 2009, según la ONG Legal Defense Network. El Congreso debe aprobar la medida, aunque ya se vislumbra una fuerte resistencia. Gates y Mullen anunciaron que primero se evaluará qué cambios traerá la modificación de la práctica actual.
Ambos esperan que el proceso de evaluación dure hasta fin de año. Gates indicó que encargó al asesor del Pentágono Jeh Johnson y el general Carter Ham, comandante del Ejército estadounidense en Europa, realizar la evaluación. También indicó que hasta que se manifieste el Congreso la ley se aplicará de forma "más justa y adecuada", ya que hay espacio para ello.
La ley "don´t ask, don´t tell" (no preguntes, no cuentes), implementada en 1993 como una especie de fórmula de compromiso durante el gobierno de Bill Clinton (1992-2000), permite la presencia de homosexuales en el Ejército siempre y cuando éstos no hagan pública su orientación sexual.
La participación de gays en las Fuerzas Armadas es un tema controvertido. Grupos gays afirman que la ley viola su derecho a servir a su país, mientras otros dicen que los homosexuales podrían poner en peligro la cohesión y efectividad militar, en parte porque los militares suelen vivir en ambientes cerrados.
El presidente estadounidense, Barack Obama, se comprometió durante su discurso sobre el Estado de la Unión la pasada semana a poner fin a esta política que, afirmó, "niega a los estadounidenses gays el derecho a servir al país que aman por ser como son". (AFP)