El toque de clarín a través de la prensa hecho por un grupo de diputados peronistas de la provincia de Buenos Aires, despotricando contra el actual conductor del peronismo, apuró la respuesta de Néstor Kirchner a Jorge Capitanich: "Dale para adelante -le dijo, palabra más, palabra menos- con el Congreso partidario en marzo en el Chaco. Reasumiré la jefatura porque es imprescindible salir a convencer a compañeros de todo el país y restablecer el principio de autoridad".
Trabados el oficialismo y la oposición en la discusión por el uso de reservas que quiere hacer el Ejecutivo -que tras el sainete del viernes (renuncia sí, renuncia no), la salida de Martín Redrado del Banco Central, tendría que tener un corte el martes-, Kirchner tratará de contener ahora los incipientes focos de rebeldía incluso con castigos y neutralizar a los competidores que se tratan de aprovechar de lo que consideran su debilidad política objetiva.
Kirchner sostuvo que "nuestra es la responsabilidad" por no contrarrestar los "ataques mediáticos" y aprobó el cambio de estrategia comunicacional. El propósito es que el mensaje de la presidenta Cristina Fernández llegue en forma más llana a los sectores populares, beneficiados con su política social. De allí, por caso, que haya copiado el irreverente "minga" del chacarero Alfredo De Angeli, que supo ser un feroz contrincante, y, para congraciarse con los productores, destacado las bondades sexológicas y nutricionales de los cerdos y aves, respectivamente.
No todos en el peronismo le recomiendan a Kirchner recostarse en el PJ. "Con el peronismo solo no ganamos en el 2011", le advirtió un dirigente patagónico a sabiendas de que el pingüino no desatenderá el instrumento partidario y procurará atarlo a un esquema progresista de alianza entre el trabajador y la burguesía industrial.
El malestar es tan evidente que hasta el principal sostén del gobierno, el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, aun minimizando la cuestión, aceptó que "algunos muchachos por ahí no están muy de acuerdo" con el estilo de mando de Kirchner.
Estilo que lo llevó a perder en el principal distrito del país con el empresario Francisco de Narváez, quien ahora está empeñado en obtener un pronunciamiento de la Corte que lo habilite a ser candidato a presidente. El "Colorado" nacido en Colombia quiere insertarse en el peronismo (de hecho varios de los que tocaron el clarín en Pinamar le responden) y ganarle la interna abierta a Kirchner en agosto del 2011. Por supuesto, la pretensión de De Narváez disgusta y mucho a sus temblequeantes socios del PRO (Mauricio Macri) y del peronismo disidente (Felipe Solá).
También contraría las intenciones de Eduardo Duhalde, quien se empezó a postular para "llevarse el loco", aunque algunas declaraciones de los últimos días sobre la conveniencia de militarizar la lucha contra la delincuencia le valieron críticas de diferentes segmentos ideológicos, menos de la derecha más recalcitrante.
Los peronistas son duchos en eso de "dar el salto" en el momento oportuno. No debe serlo todavía, a juzgar por los tibios desmentidos posteriores de los legisladores bonaerenses. En realidad, quienes gozan de tantos beneficios no se animaron a romper rubricando el fin del ciclo de Kirchner. Es cierto, se quejaron y hasta insinuaron una adhesión difusa a un poskirchnerismo en los que se anotan figuras como el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, los intendentes de Tigre y La Plata, Sergio Massa y Pablo Bruera y el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey.
¿Qué pasaría si en los próximos meses Carlos Reutemann, el insondable, se decidiese a ir por la primera magistratura por el PJ? Duhalde se bajaría, según afirmó su esposa la senadora Hilda "Chiche" González. Y seguramente De Narváez se concentraría en la provincia de Buenos Aires y hasta podría hacer revivir su acuerdo con Macri, también apoyado por algunos grupos sueltos del peronismo porteño.
"El peronismo -explicó a este diario uno de sus dirigentes- está compuesto por diferentes estratos. Las discusiones serán duras y llevarán todo el año".
"Hay que establecer una agenda de prioridades", agregó un kirchnerista.
El ex ministro Roberto Lavagna, quien participa de la "efervescencia" de su movimiento, apuntó que "hay tantos diálogos cruzados y fracciones" (también en el radicalismo, acotó) que es necesaria "una clarificación".
En el peronismo se espera que los debates sinceren las posiciones en otros ámbitos (sindicales, universitarios, sociales, empresariales, educativos) en función del afianzamiento del "bipartidismo cultural y político" que le cierre el paso "a los sellos de goma".
Será difícil, como todo en la Argentina. En la crisis por los DNU sobre el uso de reservas del Banco Central y el desplazamiento de Martín Redrado, los oportunismos estuvieron y están a la orden del día.
En el caso del peronismo, para seguir desmenuzando este fenómeno político -inexplicable allende nuestras frontera-, fue curioso observar el silencio de muchos gobernadores, mientras Cristina y Néstor Kirchner, más el jefe de Gabinete Aníbal Fernández y los titulares de los bloques parlamentarios, Agustín Rossi y Miguel Pichetto, libraban su batalla con la oposición y el vicepresidente Julio Cobos. Recién al clarificarse el escenario y ver quién quedaba de pie, volvieron a sumarse al coro oficialista, esperando que los dueños de la "caja" sean generosos a la hora de la repartija. Siempre y cuando influyan los gobernadores y la iniciativa se apruebe en el Congreso.
ARNALDO PAGANETTI