Sábado 30 de Enero de 2010 Edicion impresa pag. 30 > Sociedad
Del horror al amor, la vida después de Haití
Stanley Pierre, un haitiano radicado en la Argentina, logró viajar a su país y traer a su familia con él. Desde entonces, y para su suerte, sólo ha recibido gestos de solidaridad y afecto.

BUENOS AIRES (Télam, por Alba Silva).- Stanley Pierre, un haitiano residente en Argentina, que a cuarenta y ocho horas del terremoto 7,3 en Puerto Príncipe consiguió subirse a un Hércules y fue "desesperadamente" a buscar su familia, sonríe ahora sereno y feliz, aun cuando no sepa nada acerca de su futuro. Es que Stanley trajo a su esposa Tassiana de 21, a su hijita Gael de tres años y a sus tres hermanos, Linz de 18, Wend de 17 y Carla de 16, sin otro pasaporte que un salvoconducto para ingresar a la Argentina.

Stanley llegó junto con su familia el pasado martes 26 de enero a bordo del Hércules que trajo a integrantes de Cascos Blancos y Azules, a la perra Lola que salvó a varias personas en el devastado país, a su entrenador y los restos de un militar uruguayo.

En el Aeroparque los esperaba el cónsul haitiano Jean Augustave, quien tras controlar con un agente de migraciones los papeles de la familia los trasladó hasta una casa en Parque Chas -provista por compañeros de trabajo del joven haitiano- y lo despidió con un "tiene suerte Stanley". Con esas palabras, el diplomático antillano se refería a la solidaridad de los argentinos.

El joven haitiano, de 24 años que habla un fluido español, inglés, francés y creole, había llegado a la Argentina en abril del 2009 con un contrato de trabajo por dos años para desempeñarse como barman, pero ese proyecto sólo estuvo vigente tres meses. Luego comenzó a trabajar en un laboratorio de remedios oncológicos, por lo que pasó de camarero a realizar tareas de mantenimiento, mientras forjaba relaciones personales que se pusieron a prueba el 12 de enero pasado cuando un terremoto escala 7,3 lo devolvió a Puerto Príncipe.

"Viajé desesperadamente a buscar a mi familia pensando que yo sólo podría existir después de verlos. Cuando llegué a mi casa destruida y no escuché la voz de nadie, estaba como en el aire hasta que vino un primo mío y me dijo ´tranquilizate, todos están con vida´ ", recuerda ahora sentado en la casa de Parque Chas.

Durante la entrevista, Raúl, un compañero del laboratorio golpea la puerta de la calle Burela, cargado con alimentos y bebidas para la familia haitiana. "Queremos que Stanley esté lo más cómodo posible", afirmó Raúl. Él junto con otros trabajadores abrieron una cuenta en el Banco Francés CBU 017.001694 000000 4349 303 para ayudarlos en estos primeros tiempos de adaptación en el país.

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