Jueves 28 de Enero de 2010 18 > Carta de Lectores
El nuevo PJ

El que el ex presidente Néstor Kirchner, el jefe de Gabinete Aníbal Fernández y otros voceros oficiales se hayan puesto a hablar del "Partido de la Justicia", acusando así a los jueces de "conspirar" con el vicepresidente Julio Cobos y el mandamás de Clarín, Héctor Magnetto, contra el gobierno encabezado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, nos dice mucho sobre la forma de pensar de la pareja gobernante y sus colaboradores principales. Les cuesta comprender que, a pesar de sus esfuerzos por disciplinarlos, muchos magistrados aún prestan más atención a la ley que a las órdenes o sugerencias que reciben de quienes se creen sus padrinos. En cuanto a lo de la división de poderes y la independencia resultante del Judicial, para los Kirchner se trata de una patraña, de una teoría exótica que suelen reivindicar sus adversarios por motivos siniestros, pero que no tiene cabida en un país como el nuestro. Desde su punto de vista, resulta intolerable que los jueces no se limiten a cohonestar todas sus medidas, incluyendo, es innecesario decirlo, a las improvisadas entre gallos y medianoche con el propósito de ampliar sus propios poderes.

Si bien muchos atribuyen la ofensiva oficialista contra aquellos jueces que fallan en contra del gobierno a la paranoia de quienes se creen rodeados de enemigos golpistas y que, de todas maneras, nunca se han destacado por su voluntad de respetar las opiniones ajenas, la frustración que sienten los Kirchner puede entenderse. Acostumbrados como están a que el Poder Judicial colabore con el Ejecutivo dándole el beneficio de todas las dudas concebibles, investigando con lentitud llamativa las muchas denuncias de corrupción que se han formulado y, entre otras cosas, legitimando el aumento explosivo de su patrimonio sobre la base de razones que muchos encuentran tendenciosas, es natural que los haya alarmado la aparición, para ellos sorprendente, de jueces que están dispuestos a desafiarlos. A juicio de muchos, se trata de una señal, una más, de que el "ciclo" del matrimonio patagónico está acercándose a su fin y que, lo mismo que otros presidentes pasajeramente hegemónicos que se imaginaban por encima de la ley, tarde o temprano Néstor Kirchner y su esposa tendrán que rendir cuentas por todo lo hecho en el transcurso de su gestión conjunta.

Por supuesto que los jueces, camaristas y otros que conforman el Poder Judicial negarán haberse dejado influir por el cambio del clima político que se hizo notar en las semanas iniciales de la presidencia de Cristina y se consolidó en los meses siguientes. Pueden argüir que, por ser los tiempos de la Justicia tan diferentes de los de la política, es perfectamente lógico que hayan tenido que pasar algunos años antes de que comenzaran a multiplicarse los fallos encaminados a fijar límites al accionar del Poder Ejecutivo. Asimismo, podrán insistir en que hasta hace muy poco el gobierno kirchnerista se abstuvo de confeccionar decretos jurídicamente tan precarios como los relacionados con el "Fondo del Bicentenario". Aunque tales explicaciones no servirán para modificar la opinión de los convencidos de que en nuestro país la Justicia propende a acompañar a los gobiernos mientras éstos parezcan fuertes, sólo para abandonarlos en cuanto manifiesten síntomas de debilidad, acaso convendría tomarlas en serio, ya que la alternativa consistiría en coincidir con los kirchneristas en que los jueces sí se permiten actuar como militantes del "Partido de la Justicia" y por lo tanto hay que interpretar sus fallos en términos exclusivamente políticos, de tal modo contribuyendo al desprestigio de una institución fundamental. Si bien es inevitable que las actitudes de los hombres y mujeres que representan la Justicia evolucionen de la misma manera que las de los demás integrantes de la sociedad, muchos son conscientes de la necesidad de procurar mantenerse independientes no sólo de la facción política dominante sino también de las vicisitudes de la opinión pública, razón por la que en tiempos tan confusos como el actual tratarán de asegurar que nadie pueda acusarlos de basar sus fallos en sus intereses personales, lo que, claro está, perjudicará a los Kirchner y sus allegados que se han habituado a presionarlos para que colaboren con su "proyecto".

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