| Laura Hawkins Grimes vive en Chicago, pero es una pueblerina. A su alrededor hay tres granjas lecheras, dos lagunas y una cabaña de troncos, todo rodeado por un cerco blanco con espantapájaros que cuidan de sus moras. Y lo mejor de todo es que esta terapeuta de 40 años nunca tiene que dejar su computadora para atender la granja. La mujer es una de millones de ocupantes de FarmVille, un juego online enormemente popular que plantea una situación casi utópica en la que la gente ayuda al vecino, no hay que cuidar las plantas y jamás se producen heladas, inundaciones ni sequías. Desde su lanzamiento el año pasado, este juego se ha convertido en una sensación y atrae tanto a gente de la ciudad como a personas de campo, al tiempo que estimula a la gente a pensar un poco más en el origen de su comida. ``Te muestra lo que uno no ve todos los días'', expresó Grimes en alusión a FarmVille, juego producido por Zynga, empresa de San Francisco, que ha ganado gran popularidad en sitios sociales de internet como Facebook. ``Lo que me gusta de FarmVille es que no es urbano'', indicó Grimes. FarmVille --que tiene más de 72 millones de usuarios mensuales en todo el mundo y es la aplicación más mencionada en los informes personales de la gente-- encabeza una creciente lista de juegos relacionados con la agricultura, incluidos SlashKey's Farm Town en Facebook y iFarm del iPhone. FarmVille es un juego deliberadamente sencillo que deja al jugador construir y trabajar una granja, empezando con un pequeño terreno que ara y siembra. Se pueden incorporar animales y establos, gallineros, molinos e invernaderos. Igual que en una granja real, FarmVille le exige al jugador que preste mucha atención. Quienes cuidan diligentemente su granja la ven prosperar, mientras que quienes se dejan estar pueden perderlo todo. Los vecinos son premiados con puntos y oro cuando alejan pestes y fertilizan o alimentan las gallinas de la granja de otro jugador. ``Es un juego muy atractivo para mucha gente'', expresó Bill Mooney, vicepresidente de Zynga. ``A todo el mundo le gusta la vida de una granja. Todos simpatizamos de un modo u otro''. Y FarmVille ``es un juego muy simptático, por la forma en que la gente saca adelante las granjas''. Grimes dice que odia los juegos de video y nunca se sintió interesada en la vida campestre. Una hermana la convenció de que jugase al FarmVille ``y ahora estoy adicta'', según admite. Madre de una niña de tres años y casada con un paramédico, Grimes juega a que es granjera entre consultas y tareas domésticas. Le dedica menos de una hora diaria y está creando una granja ideal, con ovejas, terneros, pingüinos y renos con luces de Navidad en sus cuernos. ``Puedo hacer lo que quiera. Decidir cuándo y dónde sucede algo. Hacer que todo se vea bonito'', manifestó. Le encanta cada vez que es premiada, en general por ayudar a un vecino. Asegura que gracias a FarmVille se puso en contacto con viejos amigos, incluida una compañera de escuela de cuarto grado que ahora es vecina suya en la granja virtual. ``No sé nada de su vida, excepto que es una vecina muy buena. Me deja notitas, me manda regalitos, me ayuda con las cosechas. Hace que aprecie más le gente que me rodea en la vida real'', expresó Grimes. Algunos granjeros reales dicen que el juego debería incluir más situaciones duras, como temporales e inundaciones que hagan peligrar las cosechas. Pero Mooney, el ejecutivo de Zynga, dice que eso no va a suceder: ``No queremos que esto sea una experiencia dura. Queremos que sea algo positivo''. John Reifsteck, quien cultiva maíz y soja en Champaign County, Illinois, dice que hay algunos paralelos entre el juego y la vida real. ``Para salir adelante en FarmVille hay que ser previsor, persistente y estar dispuesto a ayudar a otros. Lo mismo sucede en la vida real'', comentó. Aclaró que los dilemas que plantea FarmVille no son comparables a los de la vida real. ``Si FarmVille fuese tan difícil y complicado como la vida real, nadie jugaría'', aseguró.
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