Los talibanes siguen ganando terreno en Afganistán y se oponen a negociar, dejando pocas esperanzas a las insistentes ofertas en este sentido del presidente Hamid Karzai y de parte de la comunidad internacional.
El jefe del Estado aprovechará sin duda la Conferencia de Londres de mañana para pedir a los países de la coalición fondos para financiar su "plan de reconciliación" con los insurgentes.
Su estrategia es sencilla: proponer dinero y trabajo a los talibanes a cambio de que abandonen la lucha armada. Espera que acepten los menos radicales y los más pobres.
Los estadounidenses comienzan por su parte a hablar de una "solución política", que el jefe de las fuerzas extranjeras en el país, el general norteamericano Stanley McChrystal, calificó el lunes de "inevitable".
Sin comentar abiertamente el plan de Karzai, el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, resaltó que este tipo de intentos de reconciliación habían funcionado recientemente en otros lugares como Irak.
Washington está abierto a la posibilidad "de un recorrido similar al de Irak (...) con tal de que (las partes implicadas) acepten la Constitución afgana, renuncien a la violencia y rompan públicamente con los grupos que recurren a la violencia", afirmó.
En sus reuniones del lunes con sus homólogos paquistaní y turco en Estambul, Karzai anunció su intención de pedir que se saque a algunos cabecillas de los talibanes de una lista de sanciones de la ONU. Y ayer obtuvo el apoyo de sus países vecinos a su "proceso de reconciliación nacional".
"Aquellos de los talibanes que no sean miembros de Al Qaeda o de otra red terrorista son los bienvenidos si quieren volver a su país, deponer las armas y retomar una vida (normal) respetando la Constitución afgana", afirmó Karzai.
Pero pese a los esfuerzos del gobierno afgano, los talibanes están determinados a combatir las fuerzas de seguridad afganas e internacionales.
No se pudo contactar a la directiva talibana para que diera su opinión sobre el último anuncio de Karzai, pero uno de sus portavoces, Zabihula Mujahid, afirmó el viernes a AFP que la "única solución política" para poner fin a los combates pasaba por la "rendición" de las fuerzas internacionales y del gobierno afgano.
En la misma sintonía, el jefe de guerra Gulbudin Hekmatyar, comandante de Hezb e Islami, aliado de los talibanes, estimó que las negociaciones no serían viables hasta que se hubieran ido los 113.000 militares extranjeros.
Rahimullah Yusufzai, experto en los talibanes y Al Qaeda, estimó en el diario paquistaní "The News" que "asombrosamente (...) las ofertas de paz aparecen en el momento en que 37.000 soldados estadounidenses y fuerzas de la OTAN llegan" en refuerzo.
La otra incógnita es la legitimidad del presidente Karzai. Reelecto tras unos comicios desastrosos, con fraudes masivos y una alta abstención, Karzai no logra imponer su gobierno. Sólo 14 de sus 25 ministros prestaron juramento y empezaron a trabajar.
"No creo que en la situación actual los talibanes se vean incitados a aceptar la paz que ofrece Kabul", considera Harun Mir, director del Centro para la Investigación y Estudios Políticos.
"Antes de imaginar un acuerdo con los talibanes, el gobierno necesita ganar la confianza del pueblo afgano, combatir la corrupción, traer justicia y mejorar el trabajo gubernamental", concluye.
SARDAR AHMAD
AFP