PARÍS.- Una posible prohibición planea en Francia sobre las cabezas cubiertas de las mujeres musulmanas que visten velos que les cubren por completo, como el burka o el niqab. Dentro de poco podrían tener prohibido el acceso a cualquier edificio público como escuelas, bibliotecas u hospitales, así como viajar en metro o autobús.
Tras seis meses de trabajo, una comisión parlamentaria transversal presentó ayer sus propuestas sobre el tratamiento que deben recibir en el futuro las mujeres que decidan ataviarse con burka y niqab. Éstas no tendrán una vida fácil y eso que las propuestas de los parlamentarios son relativamente moderadas.
Si atendieran al clamor popular, pedirían la prohibición absoluta del uso del burka y el niqab en cualquier espacio público y no solamente en los edificios oficiales. En encuestas recientes, dos tercios de los franceses se mostraron a favor de una ley de este tipo. Muchos políticos también están a favor y el jefe del grupo parlamentario del gobernante UMP, Jean-François Copé, ya ha anunciado la presentación de una propuesta de ley. "La realidad es que, de forma responsable, nadie en Francia quiere que esa práctica se extienda en nuestro país", argumentó Copé.
Según este diputado, la mayor parte de los franceses y también los representantes de los musulmanes en Francia, comparten la opinión de que el uso del burka o del niqab no son compatibles con la vida en sociedad ni con los valores de la república.
El burka -que cubre incluso los ojos- y el niqab -que deja una pequeña rendija para ellos- son considerados como "muestra de sumisión de la mujer" o "cárcel andante" por la mayor parte de los franceses.
Incluso los líderes religiosos musulmanes de Francia describen al burka como manifestación religiosa exagerada y señalan que en el corán no existen indicaciones al respecto.
La discusión sobre una posible prohibición del burka y el niqab se remonta a meses atrás y eso a pesar de que tan sólo unas 2.000 musulmanas utilizan este tipo de prendas. "Me siento traicionada por Francia", se lamentan algunas de las mujeres afectadas. "Las leyes no me dan miedo, sólo creo en dios", contestan otras. Algunas se sienten discriminada. "Me miran como si fuera un monstruo. Me han atacado e insultado", relataba una mujer de 50 años a la revista "Le Point".
El presidente Nicolas Sarkozy se mantuvo hasta ahora relativamente ajeno a la discusión. A pesar de haber asegurado el año pasado que "el burka no es un símbolo religioso sino un símbolo de sumisión" y proclamar que "no es bien recibido en Francia", el presidente dejó la iniciativa en manos del Parlamento.
Parte del gobierno teme que una línea demasiado dura contra el burka provoque la intervención del tribunal constitucional o incluso del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Tampoco quieren ponerse en juego las relaciones con el mundo islámico, y está el riesgo de atentados.
ANSGAR HAASE
DPA