MONTEVIDEO (DPA) - Las fronteras terrestres tienen, casi todas, una zona innominada, mágica y seductora, con abundantes elementos como para inspirar a creadores, como el caso del escritor uruguayo Milton Fornaro, que acaba de publicar la novela "Un señor de la frontera", finalista del Premio Planeta 2009.
La obra está ambientada en la ciudad de Chuy-Chui, un lugar que se nombra igual y se escribe apenas distinto, dependiendo de la ubicación de los carteles. "Pueblo de intercambio permanente, donde es bien creíble que una ´i´ (del lado brasileño) se vuelva ´y´ (del lado uruguayo) y nadie se inquiete".
Un lugar en donde la diferencia entre el bien y el mal, entre la ley y fuera de ella, es una línea muy tenue, "donde casi todo se permite", que existe "como un limbo" en el que suceden muchas cosas, solamente percibidas por un ojo atento y una sensibilidad desarrollada.
En ese marco de ficción, pero con muchos puntos comunes a la realidad cotidiana, las reconocibles y polvorientas calles albergan historias de las que son protagonistas "un próspero comerciante que fue flautista en la corte de Bagdad, un capitán del ejército torturador y asesino, funcionarios públicos venales, una dama árabe tan dulce como las exquisiteces orientales que cocina, narcotraficantes, infaltables compradores de oportunidades y miríadas de niños semidesnudos y descalzos, pródigos en las artes del mal hacer para crecer".
Al cabo, uno de esos niños desarrapados, identificado como Joao Arístides De Souza Netto, logró, a fuerza de mentiras, traiciones y asesinatos, convertirse en "Un señor de la frontera".
A Fornaro siempre le fascinó el mundo de la frontera entre Uruguay y Brasil, y particularmente la cosmopolita ciudad de Chuy-Chui, de unos 15.000 habitantes a ambos lados de una avenida que es el límite natural al este de Uruguay y en el extremo sur de Brasil.
La frontera entre México y Estados Unidos o la Triple Frontera (Argentina, Brasil y Paraguay) tienen muchos elementos comunes con las demás fronteras terrestres del mundo, pero a Fornaro le interesó Chuy-Chui porque "es donde hay más palestinos", aproximadamente el 10 por ciento de los habitantes.
"Es una cultura diferente" dijo Fornaro, en referencia a esa comunidad que integran inmigrantes árabes, japoneses, alemanes, judíos, turcos, argentinos, bolivianos, peruanos, y otras diversas nacionalidades.
En esa zona, como seguramente ocurre en otras fronteras, "cuando alguien comete un delito del lado uruguayo cruza para Brasil y se pierde. Es simplemente un paso". Ese sólo hecho "resulta muy interesante desde el punto de vista narrativo" porque es "una apoyadura para desarrollar la historia".
A partir de ese conocimiento y respeto por la frontera, a la que frecuenta desde hace 40 años, Fornaro fue madurando la obra que tuvo "tres o cuatro años en la cabeza". "Hablé, observé con ojos más atentos y luego que reuní suficiente material, la terminé, en un año y poco de escribir todos los días".
"Un señor de la frontera" es "todo ficción", aunque el autor explica: "La ficción es realismo y como lector disfruto de los escritores realistas. Estoy con los pies sobre la tierra y la imaginación vuela. Necesito un pie a tierra".
"Cuando uno escribe realismo se basa en hechos reales o trata que la ficción sea creíble. Tengo cuentos de la frontera que utilizo ahí. Sospechas de cómo se maneja el contrabando. No sé si es cierto, pero parecido. En una ficción lo puedo poner, porque si fuera un artículo periodístico entonces me exigirían las fuentes".
La novela apareció en el mercado uruguayo en momentos que la policía, la justicia y la Dirección de Aduanas desbarataban una organización de comerciantes que se dedicaba al contrabando desde la zona franca local.
"Parece un anticipo de lo que iba a pasar", comentó risueño Fornaro, aunque enseguida precisó: "Lo que aparece en el libro son cosas que me contaron, cosas que imaginé y otras que por sentido común pienso que pueden ser de esa manera".
El autor "tenía una gran necesidad" de escribir una novela donde ocurren cosas que en circunstancias normales no hubieran ocurrido.
"Es difícil que ocurran en otras partes. Un lugar geográfico, la frontera, donde casi todo está permitido y donde, a veces, no vale el dinero sólo, sino el poder que no necesariamente va unido al dinero".
"La elección temporal es la época de la dictadura uruguaya (1973- 1985) donde también todo estaba permitido. Había más impunidad para moverse. Me interesó el momento histórico de Uruguay que permitía ciertos desbordes", agregó Fornaro.
La novela fue editada estos días en Uruguay, pero se estudia la posibilidad de publicarla en otros países e incluso de traducirla a otros idiomas. La obra de Fornaro se distribuye en el mundo por la editora alemana Literarische Agentur Mertin inh, con sede en Frankfurt.