-En los últimos años se han visto actos de vandalismo en los colegios, con chicos que incluso filman peleas entre compañeros. Hay especialistas que hablan de "líderes tiranos", que son los que deciden -por ejemplo- quién puede ir o no a un cumpleaños. ¿Qué análisis hace de este fenómeno?

-Podemos decir que ésta es la "generación clic". Funciona bajo el imperativo del deseo y de la espontaneidad cargada de urgencia. Lo cual está en relación directa con la falta de reflexión y pensamiento profundo. Lo delata el lenguaje cada vez más reducido, porque no se toman el trabajo de organizar lo que quieren expresar con plena lógica. Todo esto la lleva a ser una generación light que tolera más fácilmente las manipulaciones entre pares. Lo cual sugiere también la carencia de liderazgo adulto.

-¿Qué pueden hacer los padres?

-Desde pequeños acompañarlos en el proceso de socialización y de personalización. Los padres deben detectar las oportunidades de manipulación entre pares y acompañar a sus hijos en el planteo de la afirmación de su personalidad. Esto supone ayudar a la formación de grupos de pertenencia que sean verdaderos baluartes del "sí mismo".

-¿Qué significa eso?

-Una mamá me comentaba la forma en que le enseñaba a su hija pequeña a no dejarse dominar por una compañerita que "no tenía límites" y era una líder arbitraria. Le decía: "Cuando ella te quiera obligar a lo que vos no querés, decile simplemente: ´Yo te respeto a vos. Vos respetame a mí´". Hay que mostrarles formas sanas. Los chicos tienen una gran capacidad de aprendizaje si los estimulamos. Cuando la nena le contó a la tarde cómo lo había hecho, la mamá reforzó su conducta con una felicitación y un beso.

-En sus libros plantea el tema de los valores y menciona tres protagonistas: el educador, el medio cultural y el sujeto. ¿De qué se trata esto? ¿En qué situación están hoy esos tres actores?

-Hablo de estos tres actores porque "el educador" está siendo puesto en tela de juicio, pero es imprescindible en el proceso educativo. Hoy se necesita rescatar el amor y la autoridad educativos. El medio cultural actúa como una especie de pulpo que lo absorbe todo en este ambiente ultraindividualista que desguarnece en lugar de fortalecer a la persona. Se impone el criterio de que "quien no hace como todos no existe". Y por eso destaco al sujeto mismo, porque es indispensable acompañarlo a fortalecerse sabiendo que la persona, y no la sociedad, es el último responsable de la responsabilidad.

-¿Cómo se educa en valores?

-Debo dar una respuesta sintética. Se educa en valores: a) viviendo un ambiente donde se los cultiva, y de esto el primer responsable es el adulto-educador; b) mostrando que son lo más razonable para nuestra vida; c) que son lo más querible porque nos hacen bien; d) mostrando que son posibles mediante un proceso de consignas que lleven a vivirlos concretamente.

-Dice que el hombre existe en clave de valores, ¿qué significa eso?

-Para armar un rompecabezas hay que formar la figura que le da sentido al permitir el encastre adecuado a todas las piezas. Para vivir humanamente hay que descubrir y asumir los valores, de lo contrario no llegamos a vivir humanamente. No "armamos al hombre". ¿Tenemos idea de lo que sería la vida humana si no comprendiéramos que debemos hacer el bien y evitar el mal? Estamos hechos para ser "verdaderos y buenos".

-¿Cree que la sociedad lo comprende así, que se prioriza hacer el bien y evitar el mal?

-Creo firmemente que ésta es la ambivalencia eterna de la libertad humana: "Veo lo mejor pero sigo lo peor." Esto ya fue dicho por los estoicos. Pero es el gran trabajo de la educación: humanizar. No solamente instruir sino ayudar a descubrir que en la entrega al bien y a la verdad hay una fuerza sinérgica que nos devuelve con buena vida en el sentido profundo. En esto tiene mucho que ver el redescubrimiento de la "pedagogía de la ley", que no es para reprimir sino para reforzar la voluntad de obrar bien. Para confirmar eso de que estamos hechos para ser verdaderos y buenos, sería suficiente ver cómo destacamos en la televisión ciertos actos de honradez o de solidaridad y el prestigio universal que tiene una Teresa de Calcuta.

-¿Qué valores, en líneas generales, perdieron los jóvenes de hoy?

-Es riesgoso abarcar a todos los jóvenes en una sola apreciación. Hay jóvenes y jóvenes. Pero en general podemos decir que han perdido el suficiente sentido de mesura, el sentido genuino del esfuerzo, la realidad y el valor de "los otros" más allá de sus amigos, la comprensión de la autenticidad a la que confunden con espontaneidad, el valor de la esperanza y de la trascendencia. Viven riesgosamente un "presente continuo".

-¿Cuáles son los valores que predominan hoy en los jóvenes?

-Un cuestionable pero real sentido de solidaridad, la amistad, aunque a veces se contradigan mantienen un importante vínculo familiar, son notablemente más despiertos y rápidos, tienen una desenvoltura que a veces se siente como amenaza por parte de los mayores y aun de los pares, un sentido nuevo de la ecología, una actitud no siempre equilibrada de sinceramiento y un anhelo profundo de solidaridad que a veces no es coherente pero que se percibe.

-¿Por qué dice que hay anhelo profundo de solidaridad que a veces no es coherente?

-Porque así como vemos a grupos de chicos que generan violencia hay en ellos mismos momentos en que se enardecen por una causa valedera de solidaridad, para mañana volver a ser no solidarios con sus padres o con sus compañeros y profesores, o para jugarse una "viveza criolla" en una fiesta.

-¿Qué sucede con los educadores? ¿Tienen conciencia del rol que ocupan en la sociedad?

-Los educadores han sido sorprendidos por un horizontalismo que ha desvirtuado la comprensión y el valor de su rol y eso ha debilitado su presencia. Los docentes han sido los primeros en llamar la atención de la presencia de "hijos huérfanos de padres vivos" y de la necesidad de que al lado de un adolescente vivaz haya un adulto cordial y firme que sea un referente válido. Una de las grandes tareas actuales consiste en reconstruir el amor fuerte y la autoridad educativa de padres y docentes.

-Usted ha dicho que "El gran tema del ser humano es que, para ser humano, necesita ser un buen ser humano". ¿Qué quiere decir?

-Podemos tener toda la estructura de un ser humano, y hasta tener un cuerpo y una mente brillantes, y ser "inhumanos" por nuestros malos comportamientos, por nuestra deslealtad, nuestra injusticia, nuestra incapacidad de amar y ser amados? Sin los "valores" el hombre no se humaniza. Por eso son la "clave" para su comprensión y realización. Es necesario redescubrir que "es bueno ser bueno". Vivir los valores. Humanizarse.

-¿Qué significa ser buenos?

-Ante todo digamos que no tiene nada que ver con blandura o "buenismo". Recuerdo la tira de Mafalda, donde la pequeña acaba diciendo: "No sé por qué el buenismo no suena bien en política". Y posiblemente en nada. Ser bueno es ser correcto y generoso aun cuando debamos luchar contra la corriente. Por la convicción de que "es bueno ser bueno". Hacer el bien con sensatez. Eso que hace que se viva como una devolución de confianza en la nobleza de la vida. ¡Mahatma Gandhi!

-Desde su posición católica, ¿cómo se relacionan la fe y los valores?

-Esta pregunta se podría responder con otra pregunta: ¿y por qué los valores y no la nada, la anomia? ¿Por qué surgen en nuestra conciencia como una revelación que sólo podemos descubrir pero no inventar? Creo que puedo cerrar esta respuesta con la frase final de "Regresar de la torre de Babel", mi próximo libro, que dice: "¿No será que los valores son la revelación de Dios a la conciencia del hombre?". La fe es la confianza en el origen de los valores que nos humanizan. Dios nos da finalmente nuestra dimensión de hombres.

-En un mundo con tantas guerras y atrocidades humanas, ¿no es difícil hablar de Dios?

-No es fácil, porque vivimos con la conciencia permanente del escándalo del mal y del dolor, y nos resulta incomprensible la imagen de Dios, que por principio es amor y justicia, si "permite tales atrocidades". Siempre el gran problema de la fe es el escándalo del mal. Pero ante el absurdo es siempre más sensato reconocer el misterio. El mal es un misterio y no hay forma racional de explicarlo. Para el cristiano hay una luz existencial en la persona de Jesús que asume el mal y la muerte en su propia condición de hombre. Pero eso es una dimensión de la fe, no de las ciencias.

El elegido

Julio César Labaké es psicólogo, doctor en Psicología Social, psicoterapeuta, escritor, conferencista y miembro de número de la Academia Nacional de Educación. Es autor de varios libros como "Valores y límites. La brújula perdida", "Adolescentes, no se dejen engañar" (Bonum) y "La revolución de la sensatez" (Aguilar). "Regresar de la torre de Babel" es su próximo libro y saldrá en marzo. Además, fue director nacional de Educación Superior y director de formación y capacitación docente del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación.

Entre los numerosos congresos y eventos en los que expuso, a nivel nacional e internacional, se destacan sus presentaciones en México, Costa Rica, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Paraguay, Uruguay, Senegal, Chile, Brasil y España. Por su trabajo recibió distinciones como el diploma de la Secretaría de la Unesco para Argentina y Uruguay por su testimonio de vida y aporte a la solidaridad; en 2004 recibió del Cardenal Jorge Bergoglio el galardón "Juntos Educar" por sus aportes en el campo educativo y por su ejemplo para las nuevas generaciones.

Juan Ignacio Pereyra
pereyrajuanignacio@gmail.com