Jueves 21 de Enero de 2010 Edicion impresa pag. 3 > Nacionales
ANALISIS: Mezquindad

En su afán de diferenciarse del resto de los dirigentes de la oposición, Elisa Carrió, acaba de respaldar una de las más temerarias operaciones de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner: aquella tendiente a desplazar al vicepresidente de la Nación, Julio Cobos.

Es sabido que la titular del Ejecutivo comparte con su esposo el expresidente la idea de que Cobos, por tener pensamiento propio, es un enemigo al que hay que eliminar políticamente. "Es el líder del partido de la oposición", dijo Cristina, soslayando que el partido que integra el destinatario de su diatriba no es otro que el del gobernador de Río Negro, Miguel Saiz, con quien ella mantiene una estrecha relación de aliados políticos.

Carrió, al afirmar que "éticamente" Julio Cobos no puede ser "vicepresidente y candidato" en vistas al 2011, abonó la descalificación promovida por la jefa de Estado. Es evidente que, al hacerlo, buscó denostar a quien supone un potencial antagonista que puede poner en riesgo sus propias posibilidades de arribar a la presidencia.

Es de suponer que Cristina Kirchner habrá celebrado las palabras de la controversial diputada chaqueña.

Por un lado, porque al ser Carrió una jurista con orientación hacia el análisis constitucional, contribuyó con sus palabras a dar cierta pretensión de legalidad al objetivo presidencial de desprenderse de su compañero de fórmula y, por lo tanto, receptor de la misma cantidad de votos que la jefa de Estado. Además, porque evidencia que la oposición política no está tan unida como manifestaron sus dirigentes en la conferencia de prensa del martes sino que, al menos en lo que a Carrió respecta, no ha perdido el hábito mezquino de privilegiar lo particular por sobre los objetivos de conjunto.

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