Carlitos Tevez no pudo con su genio y, tal vez, no sólo se excedió en el festejo, sino que, ante todo, pudo haberse precipitado. La tele en Argentina y en Inglaterra repitió durante las últimas horas una y otra vez sus festejos en los dos goles que anotó en el triunfo de Manchester City 2-1 contra su ex equipo, Manchester United.
En el primero, Carlitos pareció dirigirse a su ex compañero de equipo, el ex capitán y símbolo Gary Neville, que sólo unas horas antes había dicho que su club había renunciado a comprar la ficha definitiva de Carlitos porque éste estaba "sobrevaluado". En el segundo, ya mucho más audaz, Tevez hizo el Topo Gigio a sólo metros de Alex Ferguson, DT del United, uno de los últimos grandes mitos en la historia del fútbol británico.
Carlitos se precipitó porque el United tuvo hasta chances de ganar el partido en los minutos siguientes, con lo que su festejo, tan visible, hubiese quedado rápidamente replicado. Pero también porque ambos equipos volverán a enfrentarse la semana próxima en Old Trafford, donde el United, que es mejor equipo, tiene muchas más chances de ganar y clasificarse finalista de la Carling Cup inglesa.
Aclarado este punto, hay que admitir que Tevez no deja de sorprender. Fue campeón con Boca, oro olímpico con la selección en Atenas, uno de los mejores en el Mundial de Alemania, sacó campeón al Corinthians en Brasil luego de muchísimos años, salvó del descenso al West Ham, fue figura en el Manchester United campeón inglés y de Europa y ahora está a un paso de llevar al City a su primera final en décadas.
Además, desde los picados que jugaba con grandotes en Fuerte Apache, está claro que Carlitos no le tiene miedo a las difíciles. Es más, le gustan. Se agranda como pocos. Sus entrenadores suelen quererlo porque esa actitud contagia. El propio Ferguson lo demostró cuando lo dejó los 120 minutos en cancha y lo designó para tirar el primer penal en la final europea que el United le ganó hace unos años al Chelsea. Ferguson cambió su posición sobre Tevez desde el mismo momento en el que el club le avisó que sus dineros comenzaban a flaquear. Ya había pagado una millonada por el búlgaro Dimitar Berbatov. No había dinero para retener a Tevez.
Como ocurrió en su momento y en su estilo con Rattín y su expulsión en Wembley en el Mundial de 1966 y con Diego Maradona y su "Mano de Dios" de México 86, Tevez parece decidido a escribir su propia página en el capítulo especial que ofrece el fútbol a la relación siempre tensa entre Argentina y Gran Bretaña.
Su desembarco a la Premier League, de la mano del empresario particular Kia Joorabchian, provocó un escándalo inédito y obligó a modificar los reglamentos del fútbol inglés, donde parece haber más preocupación sobre quiénes son los dueños de los jugadores que los dueños de los clubes.
Recién ahora, pese a que se sabía desde hace tiempo, se desnuda que el estadounidense Malcolm Glazer endeudó al Manchester United para lograr créditos que le permitieran a él adueñarse del club. Buena parte de la prensa mundial repite sin más data que el United es el club más rico del mundo. Es el que más factura. Pero tiene un rojo monstruoso. Sus hinchas planean fuertes protestas. Y encima apareció Carlitos Tevez.
EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES