Metió menos tiros ganadores (69-81), hizo más doble faltas (9-4), tuvo menos porcentaje de primeros servicios (58 a 62) y bla bla bla...Las estadísticas fueron a parar al tacho ayer en el Abierto de Australia. Al tenis, a veces se gana con garra, con coraje, con "huevos", como lo hizo Juan Martín del Potro, para meterse en la tercera ronda.
La Torre de Tandil tuvo una larga batalla ante el estadounidense James Blake, al que venció por 6-4, 6-7 (3-7), 5-7, 6-3 y 10-8.
Fueron cuatro horas y 17 minutos en el Hisense Arena, el segundo estadio en importancia en el complejo de Melbourne Park.
Ahora, "Delpo", cuarto favorito, se medirá mañana con el alemán Florian Mayer, por un lugar en octavos de final del primer Grand Slam del año.
Su festejo lo dijo todo: primero levantó sus brazos al cielo y enseguida dio un grito con los puños bien apretados, con toda la fiereza que había necesitado para vencer a un Blake auténtico, tan talentoso como díscolo.
De hecho, dio la impresión de que el número 45 del mundo, con algunos errores groseros en la red, dejó escapar la chance de dar el gran golpe, ante un Del Potro que no estuvo afinado.
El primer set no dejó entrever lo que sucedería después: el argentino quebró para 3-2 y se llevó la manga sin contratiempos. Pero en el segundo Blake se animó y tras un intercambios de rompimientos llevó las cosas al tie break, donde estuvo más sólido.
En el tercero, James tuvo su mejor momento, pero volvió a caer a la hora de la verdad, en el cuarto, cuando le dio a su oponente la posibilidad de volver a meterse en el partido.
Averiados físicamente y con sus últimas fuerzas, los dos salieron a jugar el quinto set. Blake quebró para 2-0 y Del Potro devolvió gentilezas de inmediato. Parecía que el argentino liquidaría la historia al romper para 6-5, pero Blake quebró e igualó al aprovechar su segundo break.
Finalmente, el campeón de Nueva York quebró para 9-8 y antes de sacar para partido llamó de nuevo al fisioterapeuta, que masajeó su pierna izquierda. Blake también fue atendido en su banco. Y cuando ambos se pararon para salir a jugar el que sería el último punto, recibieron como premio una ovación. Ahí, Del Potro hizo valer la potencia de su saque para alzarse con una trabajosa victoria.
"Al final yo estuve más concentrado, había que arriesgar y lo hice bien", dijo JM, quien explicó que se abrazó con su rival porque "es una gran persona y ante semejante partido creo que era muy justo el saludo".
Blake no ocultó su frustración: "Me duele mucho, jugué bien pero fallé en momentos clave. Lo lamento por las personas que se quedaron despiertos hasta tarde en mi país y se fueron a dormir decepcionados".
Al cierre de esta edición jugaban los otros dos criollos "con vida" en el torneo: Gisela Dulko vs. Ana Ivanovic y Juan Mónaco vs. Michael Llodra.
