PUERTO PRÍNCIPE (AP)- Después de que el Palacio Nacional quedó inhabitable y su propia residencia resultó destruida, el presidente René Préval trata de mantener el mando en su país desde un decadente cuartel policial, cerca del aeropuerto. Los militares estadounidenses controlan el aeropuerto nacional. Los trabajadores internacionales de ayuda están preocupados por la falta de control del gobierno sobre el país. La fuerza policial haitiana está abrumada.
Préval reunió a sus ministros del Gabinete en sillas de plástico, formadas en círculo al aire libre y dio una rápida bienvenida a la secretaria norteamericana de Estado, Hillary Rodham Clinton.
Haití es la nación más pobre de América y tiene una historia larga de corrupción y gobiernos negligentes, lo que ha llevado a décadas de servicios cuando mucho mediocres para los ciudadanos, la mitad de los cuales sobrevive con un ingreso menor a un dólar diario. El país había avanzado lentamente en el último par de años, gracias principalmente a la presencia de 9.000 efectivos de paz de la ONU enviados para restablecer el orden tras la revuelta que derrocó en 2004 al Jean-Bertrand Aristide.