Poco después de las 12 el ministro suspiró aliviado. Había llegado convocado a un encuentro que iba a coronar una semana en la que Las Grutas desnudó todas sus falencias, y, como si le faltara alguna pincelada al oscuro panorama planteado, al llegar a la villa se enteró de un nuevo inconveniente que ya rodaba de boca en boca.
El destacamento caminero, que para la temporada no recibió refuerzos vehiculares y contaba con un único móvil que ahora poseía fuera de servicio, enfrentaba con nada más que una moto y la esperanza puesta en que no se registraran accidentes el recambio turístico que había movilizado a centenares de automovilistas hacia las rutas de la zona.
Eso sumado a la completa falta de insumos y a la deuda de 300.000 pesos denunciada por el consejo de salud local, mientras de manera angustiosa los profesionales del hospital explicaban que no tenían dinero ni para el combustible de las ambulancias, seguramente contribuiría a echarle más leña a un fuego que el problema del agua y los derrames cloacales se habían ocupado de avivar.
Haciendo tiempo, el titular de la cartera de hacienda, Pablo Verani, se concentró en un ejercicio casi lúdico y comenzó a barajar mentalmente algunas de las tantas frases qué con certeza le tocaría escuchar.
"Imprevisión ante el comienzo de un nuevo verano" y "falta de inversión en infraestructura para un destino qué, en 20 años, sólo se nutrió de las obras ficticias que aportan las promesas" imaginó que podrían ser algunas de ellas, poco antes de ingresar al lugar en el que lo aguardaban funcionarios locales y prestadores de servicios.
Pero entonces ocurrió nuevamente, bastaron un par de argumentos para que todos se distendieran y lo que habían interpretado como el abrupto borde de un precipicio por el que rodarían irremisiblemente las ganancias que aporta Las Grutas extendiera un imaginario sendero que serviría para qué, al menos durante un tiempo más, pudieran ingresar nuevos visitantes cargados de frescos dividendos.
Todo había quedado resuelto, porque después de cuatro años de demora y financiada por "Alpat" la planta de rebombeo instalada en el acueducto de la firma que en los próximos días estará en funcionamiento bastaría para regularizar el suministro de agua al menos por dos años y establecería un compás de espera para activar el paquete de inversiones que financiará el BID, cuya primera etapa se presentaría la semana próxima ante el Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (Enhosa), así que había que despreocuparse.
Parafraseando como a Esopo, tanto los inversores privados como los miembros del estado provincial y municipal podrían seguir postergando el hecho de prestar oídos a los agónicos cacareos emitidos por la gallinita simbolizada por la villa, a la qué, afortunadamente, no habría por qué apuntalar en su crecimiento de manera urgente mientras existieran chances de seguir regodeándose con el oro de sus huevos.
Después, el encuentro fluyó sin problemas. No hubo solicitud de precisiones acerca de fechas, montos ni reclamos de celeridad en las inversiones. No hubo planteos vinculados a brindarle un legítimo resguardo tanto a vecinos como a visitantes en el marco de un destino veraniego en emergencia sanitaria y vial.
Eso sí, funcionarios y prestadores se comprometieron a trabajar juntos para evitar que los medios de prensa difundieran a través de sus portadas titulares "ahuyenta turistas".
Fue justo después de las 12, cuándo el ministro suspiró aliviado porque la reunión que lo inquietaba sólo se redujo a desplegar estrategias para matar al mensajero.
VANESA MIYAR
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