SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- La remodelación del ex policlínico Arbos, aprobada como emprendimiento hotelero pero destinada a convertirse en sanatorio, avanzó a ritmo veloz en lo que va de enero pese a la paralización impuesta por el municipio tras la renuncia del profesional actuante y el pedido de "cambio de uso".
El 15 de octubre pasado el municipio ordenó la paralización del emprendimiento porque detectó desviaciones de los planos aprobados que respondían al proyecto de centro médico que aún no fue autorizado y debería someterse al procedimiento de Rango III del Código de Planeamiento.
La intimación fue librada por la dirección de Obras Particulares en atención a las presuntas irregularidades y a la renuncia del profesional actuante, el arquitecto Raúl Martiniau.
Esa dependencia confirmó a "Río Negro" que Gobur "no tiene permiso para seguir construyendo y que tenía una segunda acta de paralización, del 8 de enero, pero que "hicieron caso omiso a la orden del municipio porque las multas no son tan importantes".
El martes los emprendedores completaron la documentación del nuevo profesional responsable de la ejecución de obras, el ingeniero Arias, y el municipio debía resolver si habilitaba la continuidad de los trabajos dentro de los parámetros fijados para el proyecto hotelero.
Esa autorización denotaría un trato especial hacia el emprendimiento que, además de burlar las sucesivas inspecciones del municipio, contaría con un guiño para avanzar en un proyecto que tendrá un destino muy distinto al que le fue aprobado.
En octubre la subsecretaria de Gestión Urbana, Estela Arias, informó a este diario que la cantidad de irregularidades acumuladas por Gobur SRL obligó a elevar el caso al Tribunal de Faltas y que había que paralizar la obra "como sea". La intimación fue entregada personalmente a uno de los propietarios, el médico Miguel González Robinson.
En mayo pasado se hizo pública la intención de los inversionistas de cambiar el destino original del expediente aprobado por el municipio para la construcción de un residencial tres estrellas y convertir el edificio en un centro médico con 70 camas de internación, 44 consultorios, 26 cocheras y una morgue.
El cambio de uso solicitado colisiona con las restricciones normativas que impiden la construcción de nuevas instalaciones médicas en el radio céntrico pero cuenta con el interés del Ejecutivo habilitar nuevas camas sanatoriales para paliar el colapso sanitario que enfrenta la ciudad.
Finalmente, el nuevo proyecto contempla la ocupación total del lote y requiere "normas urbanísticas especiales" por lo que deberá transitar el Rango III, un largo proceso que los propietarios no están dispuestos a recorrer de brazos cruzados.