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Logros chinos | ||
Muchos han tomado la noticia de que China ya se ha convertido en el mayor exportador del mundo, desplazando a Alemania de su puesto en el podio, por evidencia de que el gigante asiático está en vías de erigirse en una superpotencia económica, pero acaso convendría recordar que, por tratarse de un país de más de 1.331 millones de habitantes, aún tendrán que transcurrir muchos años para que su productividad se acerque a la europea, norteamericana o japonesa. Por cierto, el que la población alemana, de 82,7 millones, sea 16 veces menor que la china, ayuda a poner lo que ha ocurrido en su debida perspectiva. Tampoco tiene mucha importancia económica el hecho de que China ya sea el mayor mercado de autos, superando en este ámbito a Estados Unidos, donde hasta hace poco por cada 1.000 personas había 481 vehículos, mientras que la cifra correspondiente a China era 18. En términos de poder adquisitivo, conforme a las cifras disponibles la Argentina sigue siendo casi tres veces más rica que el país que, según muchos, ya está en condiciones de servir de locomotora económica mundial y está destinado a suceder a Estados Unidos como mandamás planetario. Sería un error subestimar el valor del "capital humano" de los chinos que, después de liberarse de las fantasiosas teorías económicas del marxismo, han avanzado muchísimo por el mismo camino que tomó la isla de Taiwán tres décadas antes -y que en la actualidad disfruta de un ingreso per cápita que es más del doble del nuestro-, pero también lo sería subestimar la magnitud de las dificultades de todo tipo que encontrarán en los años próximos. De éstas, la más problemática es política. China se ha liberalizado bastante desde la muerte del dictador Mao Tse-tung, pero por motivos que son comprensibles los integrantes del Partido Comunista son reacios a arriesgarse implementando reformas democráticas: si lo hicieran, podrían perder el poder y los muchos privilegios que lo acompañan. Por ahora, pues, sigue respetándose el pacto no escrito según el que, a cambio del crecimiento económico, la ciudadanía se resigna a que sean limitados sus derechos, pero no hay ninguna garantía de que el arreglo así supuesto sea compatible con el crecimiento sostenido que en última instancia depende de la iniciativa individual. Las sociedades autoritarias son por naturaleza muy conservadoras, ya que las innovaciones siempre plantean un peligro al statu quo, pero para que la economía china fuere tan creativa y tan flexible como la norteamericana sería necesario relajar los controles burocráticos y reducir el nivel de corrupción. Aunque parecería que el sistema existente en China pueda ser más que adecuado para una economía en que, a pesar del progreso impresionante de los años últimos, el ingreso anual per cápita es equiparable con el de Bolivia, podría no serlo para una de "clase media" como la nuestra. Por lo demás, los jerarcas chinos temen que cualquier revés económico dé pie a disturbios en escala masiva. Ya están acostumbrados a enfrentar tumultos callejeros violentos, puesto que todos los días se informa de algunos, pero no les sería del todo fácil manejar la situación si estallaran muchos simultáneamente en diversas zonas del país. Otro motivo de preocupación para los chinos consiste en una eventual reacción proteccionista por parte de quienes se creen perjudicados por "la invasión" de sus productos. Si bien pueden sentirse orgullosos de sus hazañas exportadoras colectivas, no es de su interés que su país adquiera la imagen de ser una topadora colosal que está barriendo con las industrias del resto del mundo. Mientras que el liderazgo comercial de Alemania se debió principalmente a la calidad altísima de sus productos tecnológicamente muy sofisticados, razón por la que a pocos se les ocurrió quejarse por la "amenaza" así planteada a su propio sector manufacturero, China depende de la venta de bienes que muchos países del Tercer Mundo pueden fabricar, si bien a un costo más elevado. Por lo tanto, a los gobiernos de países como el nuestro, y el brasileño, les es muy tentador buscar pretextos para obstaculizar las exportaciones chinas, atribuyendo su precio a prácticas desleales, lo que no podrían hacer con tanta facilidad en el caso de los procedentes de Alemania o el Japón. | ||
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