BRASILIA.- El presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en su último año de mandato, enfrentará meses cargados de desafíos, incluyendo una crisis con los militares, reclamos de múltiples sectores y una decisión de extradición que puede afectar su relación con la justicia y con Italia.
El principal desafío de Lula será calmar la ira de los militares, irritados con el Programa Nacional de Derechos Humanos lanzado en diciembre por el gobierno y que crea una comisión destinada a investigar los delitos de la dictadura (1964-85), que dejó unos 400 muertos y desaparecidos.
El domingo, el ministro de Derechos Humanos, Paulo Vanuchi, amenazó con renunciar si el plan es alterado por la presión militar. Pero el ministro de Defensa, Nelson Jobim, y los comandantes de las tres fuerzas también amenazaron con dimitir y esperan que Lula incluya en las investigaciones a la izquierda armada y garantice que no interferirá en la ley de amnistía que liberó de juicio a los represores.
El presidente enfrenta otro embate con los militares luego de que la prensa divulgara que la Fuerza Aérea había colocado como última en sus preferencias al avión caza francés Rafale, favorito del gobierno para equipar a la Aeronáutica en una millonaria licitación. La elección del Rafale pondría un broche de oro a la estrecha relación entre Brasil y Francia. Lula necesitará mucha habilidad para aplacar el rechazo a su programa de Derechos Humanos, elogiado por organizaciones sociales, pero que ha disgustado a la Iglesia católica, temerosa de que apoye el aborto; al agronegocio, que considera que impulsa al Movimiento Sin Tierra; y a los medios, que piensan que ataca la libertad de expresión.
Otro desafío, que acarrea el presidente desde 2009, es la definición de si extraditará al ex militante de izquierda italiano Cesare Battisti, un caso que ya provocó una crisis diplomática binacional. La Corte Suprema, profundamente dividida ante el caso y enfrentada al gobierno, consideró que Battisti no merecía refugio político en Brasil, pero dejó la decisión última al presidente. Los desafíos que plantea 2010 son apenas un aperitivo para un año en el que Lula tendrá que arremangarse en una ardua campaña electoral para ayudar a su candidata, la ministra jefa de Gobierno Dilma Rousseff, todavía poco favorecida en las encuestas. (AFP)