Las Fiestas de fin de año son motivadoras de mensajes de buenaventura, felicidad y buenos augurios que expresamos a nuestras relaciones en una suerte de tradición que se renueva periódicamente.
Tal vez haya sido esa costumbre la que impulsó la solicitada publicada en este diario el 2 del corriente, suscripta por un grupo de ministros, legisladores, intendentes y otros funcionarios integrantes del elenco gubernativo rionegrino. Claro que, a diferencia de aquellos, este mensaje no surge por afecto, no formula deseos de prosperidad y ni siquiera llega a ser un saludo festivo para los hombres y mujeres de esta provincia que con sus esfuerzos y aportes solventan los bien remunerados servicios de los firmantes -por el contrario: su sentido es mucho más prosaico y está referido a intereses y proyectos propios que poco tienen en común con las necesidades y aspiraciones de esa ciudadanía-.
En la solicitada en cuestión se hacen apreciaciones de dudosa validez y carentes de todo fundamento, como cuando los signatarios, a modo de modernos pitonisos, afirman categóricamente: "sabemos que la reforma es necesaria y que el momento es HOY (con mayúscula)"... algo así como el "llame ya" de la propaganda televisiva. De igual manera, cuando plantean reformar la Constitución para que "nuestra sociedad vuelva a tener la carta magna de avanzada que se merece", lo que mueve a preguntarles a los firmantes: ¿qué pasó con la sancionada en 1988? ¿Acaso se perdió? ¿Cuándo se desactualizó? ¿La Constitución vigente es un impedimento para gobernar bien y cumplir con el pueblo?
Además, ¿qué es una carta magna "de avanzada"? Si se considera tal una que establezca derechos sociales como a la salud, la educación, la vivienda, el trabajo, etcétera, es bueno recordar que ya están en la Constitución actual; sólo hay que cumplirla para que sean efectivos. ¿O será que están pensando en alguna travesura de corte socialista o en restablecer aquel banco provincial del que habla el artículo 92 y del que despreocupadamente se desprendieron?
Sin duda, quienes ocupan posiciones importantes en el gobierno e integran un partido que lleva 27 años ininterrumpidos en el poder tendrán las respuestas a estos simples interrogantes surgidos a cualquier rionegrino que haya leído tan preocupante propuesta. O digamos mejor que, justamente, esa falta de argumentos desnuda la real motivación del proyecto reformista, que no es otra que posibilitar una nueva reelección del gobernador.
Nada nuevo bajo el sol de la política criolla: ocurrió con los proyectos reformistas nacionales de 1949 y 1994, que al igual que los promovidos posteriormente en las distintas provincias tuvieron su razón de ser en posibilitar la reelección del gobernante que los propuso -ello, sin perjuicio de que el proyecto reformista fuera acompañado por otros contenidos, algunos de relevancia como el artículo 40 o los pactos internacionales, pero en el centro de la cuestión estaba la reelección, al igual que lo está ahora en el proyecto de reforma constitucional que alienta el gobierno de Río Negro-. Los demás fundamentos y contenidos son accesorios y absolutamente secundarios e importan tan poco como la propia Constitución a la que se puede modificar "a piacere" adaptándola a los intereses sectoriales como si fuera un traje a medida.
Carlos A. Segovia
LE 7.304.065
Cipolletti