Durante una visita a la Argentina encontré a la gente mucho más frustrada y escéptica con respecto al futuro del país que en cualquier otro momento en los últimos años.
Contrariamente a lo que se podría pensar, el sentimiento general de desesperanza que se respira aquí no está causado por la economía. La Argentina ha navegado por la crisis económica mundial relativamente indemne gracias al alto precio de las materias primas y los economistas prevén un crecimiento de por lo menos un 4% para este año.
La desesperanza reinante se debe más bien a que los argentinos no ven una salida a la enorme corrupción política que parece condenar al país a quedar cada vez más atrás de sus vecinos -especialmente Chile y Brasil- e impedirle una significativa reducción de sus índices de pobreza y criminalidad.
A pesar del escaso porcentaje de popularidad de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y de una muy festejada victoria de la oposición en las elecciones legislativas de mediados del 2009, el gobierno -que prácticamente todos aquí consideran está siendo manejado por su esposo, el ex presidente Néstor Kirchner- conserva las riendas del país, gracias a una combinación de autoritarismo, clientelismo político y una oposición dividida.
Y, contrariamente a lo ocurrido en anteriores ciclos de desesperanza que se dieron en la Argentina, la emigración no es esta vez una opción, debido a la crisis económica y los controles inmigratorios cada vez más severos en Estados Unidos y Europa.
Lo que parece haber iniciado esta última oleada de frustración colectiva fue la noticia -anunciada durante las fiestas de fin de año- de que un juez había desestimado los cargos de enriquecimiento ilícito presentados contra los Kirchner a causa del significativo incremento de su fortuna personal.
Los Kirchner han declarado un aumento de sus ingresos personales del 158% en el 2008.
El patrimonio personal declarado por la pareja ha aumentado de $ 1,9 millones a 12,1 millones desde el 2003, cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia. Una parte de este incremento se debió a las tasas de interés más altas de lo habitual que pagaron los bancos a las cuentas de los Kirchner y a exageradas ganancias producidas por poco transparentes transacciones inmobiliarias, según políticos de la oposición y periodistas que examinaron los archivos del caso.
"¿Cómo es posible que a la pareja presidencial -como se les llama aquí- le haya ido tan bien con sus inversiones cuando casi todo el mundo sufrió pérdidas financieras en el 2008?", preguntan furiosos muchos argentinos.
"Propongo que lo postulen (a Kirchner) para el Premio Nobel de Economía, ya que de la nada pasó a ser uno de los hombres más ricos de la Argentina", escribió Alberto Hubert Campos en una típica carta de lector publicada por el diario "La Nación".
El fallo judicial pareció confirmar lo que muchos sospechaban: que los cargos de corrupción contra la pareja presidencial fueron impulsados por los propios Kirchner para aprovechar su influencia política mientras están en el poder para ser sobreseídos y lograr que las denuncias de enriquecimiento ilícito pasen a ser cosa juzgada.
Lo cierto es que el sistema judicial argentino se mostró extraordinariamente generoso con los Kirchner: no sólo el juez Norberto Oyarbide exoneró a la pareja presidencial de cualquier maniobra ilegal sino que dos fiscales federales asignados al caso posteriormente se abstuvieron de apelar la sentencia, lo que automáticamente condujo a cerrar el caso.
Para empeorar las cosas, la noticia del fallo del juez se dio a conocer el 29 de diciembre, el mismo día en que los diarios anunciaban que el gobierno, cada vez más escaso de efectivo, investigará los ingresos de todos los argentinos que gastan más de 780 pesos mensuales con sus tarjetas de crédito. Los programas radiales recibieron una oleada de llamadas telefónicas en las que la gente se quejaba de que mientras la Justicia apenas investigaba a la presidenta los ciudadanos comunes debían someterse a controles cada vez más exigentes.
El ex presidente Kirchner respondió que la investigación de su patrimonio personal fue "perfecta". El juez Oyarbide dice que exoneró a la pareja presidencial porque así se lo recomendaron los peritos de la corte.
Mi opinión: la Argentina ha pasado por más períodos de desesperanza colectiva que la mayoría de los países que conozco en las últimas décadas y probablemente vuelva a emerger de éste. A medida que la economía se recupere un poco este año, y -especialmente- si sus excelentes jugadores de fútbol hacen un buen papel en el Mundial, otros temas concitarán la atención pública y la cercanía de las elecciones presidenciales del 2011 abrirá nuevos caminos de esperanza. Sin embargo, muchos argentinos señalan -correctamente- que este país potencialmente tan rico nunca despegará a menos que aprenda a respetar el Estado de derecho, empezando desde la cúpula del poder.
ANDRES OPPENHEIMER