La mayor catalogación de estrellas de la historia, -su posición exacta, su tipo espectral (los espectros de las estrellas son como sus huellas dactilares, aquí son los elementos químicos los que dejan su huella) y su período de variación luminosa (brillo)- fue confeccionada por mujeres. En 1882 Charles Pickering, director del Observatorio de Harvard, decidió reemprender y completar el arduo proyecto de catalogación estelar de toda la esfera celeste, que una década antes ya había iniciado el fallecido astrónomo Henry Draper.
El incipiente invento de aplicar la fotografía al trabajo astronómico, llegó a concebirse como el trabajo más tedioso y aburrido de oficina… Pickering convenció al claustro universitario de Harvard (Universidad a la que sólo podían acceder hombres) que para esta labor se emplease a un equipo de mujeres bien formadas académicamente. Pues ellas,“por la condición de mujer”, mantendrían una constante motivación y perseverancia en este tipo de trabajo sistemático de recopilar y sintetizar datos y gráficos complejos, para luego poder clasificar, una a una, cada estrella del firmamento.
Este equipo de mujeres procedía en su mayoría de la Universidad de Radcliffe (sólo para mujeres) donde se habían licenciado en astronomía. Por este trabajo de registro y catalogación estelar, con horario de siete horas diarias durante seis días a la semana, entre los años 1894 y 1914 se cobraban sueldos bajos si tenemos en cuenta que muchas de ellas poseían formación universitaria. El apelativo, Harem (o harén), como se conocía al grupo de mujeres que trabajaban en este proyecto, no tomaba ningún significado jocoso o peyorativo que recayese sobre la figura de Charles Pickering, ya que dicho vocablo era utilizado con la auténtica acepción semántica árabe de la palabra: cosa o lugar vedado y restringido. De ahí que Pickering, en su empresa de catalogar las estrellas, tuviera que resultar muy convincente ante el Rectorado para que le permitiesen la entrada de su equipo de mujeres dentro del patriarcal Harvard College Observatory. De este peculiar Harén sobresalieron reconocidas astrónomas que aportaron importantes conocimientos astronómicos.
Entre ellas podemos mencionar a Henrietta Swan Leavitt ( 1868-1921). Su importancia científica sólo fue apreciada después de su muerte, en parte gracias al intento de nominarla para el Nobel en 1925, pero este Premio no se concede a título póstumo. Pese a sus aportes fundamentales a la Astronomía, cuando murió, su puesto seguía siendo de “ayudante”. También Annie Jump Cannon (1863-1941) perteneció a este grupo; ella fue la primera mujer doctora honoris causa por la Universidad de Oxford, nombrada en 1925 y la persona que más estrellas catalogó en la historia (225.000).
Otra destacada astrónoma fue Williamina Paton Stevens Fleming (1857-1911) que ideó un sistema para catalogar astros que fue adoptado con pocas modificaciones por la Unión Astronómica Internacional. Cabe mencionar a Cecilia Payne-Gaposchkin (1900-1979) quien fue la primera mujer en recibir su tesis doctoral en el área de la relatividad en Astronomía, demostró que el hidrógeno es el principal componente de las estrellas; lo que representó un auténtico cambio de paradigma en 1925. Pese a mantenerse ligada a Harvard durante casi dos décadas, no fue considerada como astrónoma oficial sino hasta el año 1938. En 1956 se convirtió en la primera mujer profesora asociada de dicha universidad.
Astrónomas en Latinoamérica
Algunas destacadas astrónomas del siglo XXI, en nuestra región, con cuyo testimonio tenemos el privilegio de contar son: la astrofísica brasileña Beatriz Barbuy, docente de la Universidad de Sao Paulo, galardonada en la reciente edición 2009 del premio Unesco- L´Oreal por su trabajo sobre la composición química de las estrellas, tema en el que aportó nuevos elementos para determinar la edad de las mismas, y para comprender la evolución y formación de la Vía Láctea. Es vicepresidenta de la Unión Internacional de Astronomía, y ha trabajado intensamente con la Unesco y la UN para establecer que el año 2009 fuera declarado oficialmente “Año Internacional de la Astronomía”.
También podemos mencionar a Catherine Gattegno Cesarsky, (foto) francesa de nacimiento, llegó a la Argentina cuando contaba con dos años de edad. Estudio Física en la Universidad de Buenos Aires. Luego, se doctoró en Harvard (EEUU). Fue directora del Observatorio Europeo Austral, y en febrero del 2006, fue elegida presidenta de la Unión Internacional de Astronomía, cargo ocupado por primera vez por una mujer. Una finlandesa y argentina por adopción es Niemela Virpi: (1936-2006) quien realizó su extensa trayectoria en nuestro país. Se doctoró en astronomía en 1974. Fue astrónoma del Observatorio de La Plata y una de las dos únicas mujeres integrantes de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales desde el año 2000. Sus estudios sobre estrellas masivas (que totalizan más de 130 trabajos publicados en revistas y actas de congresos internacionales) ganaron reconocimiento nacional e internacional.
Virpi, obtuvo así varias distinciones, como por ejemplo, el premio “Carlos Varsavsky” (1998) en Astronomía otorgado por la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y el premio Konex de Platino 2003. También en 2003 fue elegida “mujer destacada” por Clarín. Fue una gran formadora de astrónomos en la Argentina y siempre estuvo preocupada por el rol de las mujeres en la Ciencia. Analizó con extrema lucidez dicho rol, reconociendo la colaboración estratégica de personas claves, como niñeras y abuelas, para unir su profesión con su familia: “Las carreras de las mujeres suelen construirse sobre los hombros de otras mujeres”.
Este merecido homenaje no debe ocultar otros factores más sutiles que las obvias desventajas laborales asociadas con el rol de genero: Margaret Rossiter (profesora de Historia de la Ciencia en la universidad de Cornell, USA) señala que en el campo científico, la mujer encontró trabajo sobre todo en áreas tales como astronomía o cristalografía, en virtud de la necesidad de gente que realizara las tediosas y mal pagadas labores de recolección y procesamiento de datos.
Juana Gervasoni (*).
(*) Perfil
Juana Gervasoni obtuvo su doctorado en Física en el Instituto Balseiro, Bariloche, Argentina, en 1992.
En la actualidad, su área de investigación científica abarca la interacción de las partículas atómicas de la materia, las excitaciones electrónicas en sólidos, superficies y nano-sistemas y la absorción de hidrógeno en metales. Es investigadora de la Comisión Nacional de Energía Atómica de Argentina y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet).
Su actividad docente en el Instituto Balseiro incluye la dirección de estudiantes de posgrado y postdoctorado.
Ha publicado más de 70 artículos en revistas internacionales de alto factor de impacto y asistido a un gran número de conferencias internacionales.
También es miembro del Comité Ejecutivo y/o Científico de la Conferencia Latinoamericana sobre Hidrógeno y Fuentes de Energía Sostenible (Hyfusen), y de la Conferencia Internacional de Energías Limpias (International Conference on Clean Energy, ICCE-2010), así como editora invitada de la revista internacional de Energía del Hidrógeno (Elsevier).
Recientemente, ha centrado su investigación en el estudio del almacenamiento de hidrógeno en nanotubos de carbono. En conjunto con su labor académica y de investigación, la Dra. Gervasoni está fuertemente involucrada en los problemas de género de las comunidades científicas, especialmente en Argentina y América Latina.