MADRID (DPA) - Hollywood no es más que el nombre de un distrito de una gran urbe como Los Ángeles. Pero la industria del cine lo ha convertido en un referente cultural reconocido en todo el mundo que evoca un mundo tan fascinante como cautivador, en el que se desdibujan las fronteras que unen fama, dinero y poder.
Sus célebres habitantes son más que ciudadanos: son estrellas, y su proyección mediática es sensiblemente mayor que la de cualquier presidente, con una única excepción, Barack Obama. Justamente por eso, la relación que los astros de la Meca del Cine han mantenido con la política, siempre ha sido un tanto intrincada.
Gran parte de los artistas que integran el planeta Hollywood dan a entender que son de izquierda, una imagen que en términos generales ha estado mejor vista que la de acartonado y anticuado conservador. Pero se trata una "izquierda dorada", de un progresismo que no renuncia -ni tiene por qué- al caviar, al spa, a la champaña y al botox. Pero que cuando lo considera necesario acude a la ONU a denunciar las atrocidades en Darfur, grita contra el error (y el horror) de la guerra de Irak o se opone abiertamente a la elección del último presidente republicano de Estados Unidos, George W. Bush.
En el siglo que llevan haciendo historia las colinas de Hollywood, la opinión de actores, directores y guionistas sobre todo, ha encontrado cada vez más repercusión en la prensa, lo que convierte en delicada cualquier intervención sobre los asuntos públicos por su componente ideológico y político.
En la primera mitad del siglo XX, Hollywood se hizo grande además con el talento de muchos artistas que huían del fascismo en Europa y cuyas obras forman parte de los clásicos del séptimo arte, como las películas de Billy Wilder. La Meca del Cine, que también acogió fugazmente a Dalí y a Buñuel, impulsó por ejemplo el "American Comité for Spanish Freedom", que se creó para ayudar a la República, que agonizaba en una Guerra Civil.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la fábrica de sueños sufrió una de sus peores pesadillas con la persecución que emprendieron las autoridades contra cualquier sospechoso de estar vinculado con el comunismo.
Además de truncar varias carreras como la del guionista John Howard Lawson ("Sahara"), la "caza de brujas" que se emprendió entre fines de los 40 y hasta mediados de los 50 fue impulsada por el senador Joseph McCarthy y marcó carreras como la de Elia Kazan, que quedó para la historia no sólo como el autor de la arrebatadora "Al Este del Paraíso", sino también como el delator de sus compañeros. Sus declaraciones ante la Comisión de Actividades Antiamericanas provocaron el rechazo de sus compañeros e incluso cuando hace unos años acudió a recoger el Oscar honorífico la platea se dividió entre los que le ovacionaron y los que le negaron el aplauso. A las actividades de esta comisión se opusieron entonces celebridades como Lauren Bacall y Humphrey Bogart o Henry Fonda, cuya hija Jane destacaría años más tarde en la oposición a la guerra de Vietnam.
De hecho, el fantasma de esa guerra fue lo primero que evocaron los actores que se opusieron a la última contienda de Irak. Por ejemplo, en diciembre de 2002, el actor Sean Penn visitó Bagdad, en una muestra de oposición a un posible conflicto que se materializó tres meses después.
Hollywood se movilizó contra el conflicto que se avecinaba en "Artistas Unidos para Ganar Sin Guerra", una plataforma que se oponía a los planes de George W. Bush de invadir Irak. Sin embargo, la opinión pública era muy sensible en este aspecto, pues los atentados del 11-S, la mayor tragedia terrorista en la historia de la joven nación americana, todavía estaba muy reciente.
Susan Sarandon y su marido Tim Robbins, así como Jessica Lange, Angelica Huston (cuya padre John Huston renunció al pasaporte estadounidense y se hizo irlandés tras la "caza de brujas" en Hollywood), Martin Sheen o Robert Altman, encabezaron la oposición a la guerra.
Barbra Streisand, uno de los apoyos más sobresalientes del Partido Demócrata en Hollywood (entre otros por sus generosas donaciones), se ganó incluso la censura de algunos compañeros cuando abogó por criticar al presidente Bush (hijo) en lugar de al dictador iraquí Saddam Hussein.
Fue entonces cuando otros conocidos rostros del celuloide, como Tom Cruise y Steven Spielberg, hicieron público su apoyo a la política de la Casa Blanca para hacer frente a Saddam.
El actual presidente Obama recibió de buen grado el apoyo que le brindaron artistas como George Clooney, Jack Nicholson, Scarlett Johansson o Leonardo DiCaprio, entre muchos otros, consciente del valor mediático que tienen sus declaraciones.
Otros "pesos pesados" de Hollywood, como el ya fallecido Charlton Heston o héroes de acción como Sylvester Stallone, Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger, respaldan al Partido Republicano, la bandera a la que se unió Clint Eastwood para dirigir la alcaldía de la localidad californiana de Carmel.
Hollywood incluso ha dado un presidente: Ronald Reagan, que antes de llegar a la Casa Blanca ya era un rostro conocido para el gran público por el cine.
Ante la preocupación social que generaron ciertos temas en Estados Unidos, como las masacres en centros de estudios o la guerra en Irak, en los últimos años además algunos directores han preferido abogar activamente por una causa a través de sus películas, como es el caso de Oliver Stone.
Su cinematografía, con obras célebres como "Platoon", se distingue por el compromiso político, pero en los últimos años ha evolucionado a un cine "militante", con un mensaje directo para el espectador, con documentales como "Comandante", sobre el legendario líder cubano Fidel Castro, "W", una ficción sobre el presidente estadounidense George W. Bush estrenada en plena campaña electoral, o "South of the Border", otro documental centrado en la figura del singular presidente venezolano Hugo Chávez.
Desde el documental también "milita" el realizador estadounidense Michael Moore, que denunció la cultura de las armas en su país en "Bowling for Columbine", analizó la actitud de sus políticos tras los atentados del 11 de septiembre en "Farenheit 9/11", denunció las falencias del sistema sanitario en "Sicko" y buscó las contradicciones del sistema capitalista en "Capitalism: A Love Story".
A todos estos artistas se les atribuye un considerable poder de influencia en la opinión pública. Y aunque no siempre lo apliquen, los políticos son conscientes de las palabras de William Shakespeare: "es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de una espada". Y una sonrisa de una las estrellas de Hollywood puede calar hondo.