Tanto ruido hicieron los cronos del velocista jamaiquino Usain Bolt como la polémica generada por la ambigüedad sexual de la sudafricana Caster Semenya. Fueron los dos truenos que sacudieron el atletismo mundial en el año que se fue 2009.
Berlín fue la capital del atletismo. En apenas nueve días de agosto, el imponente Estadio Olímpico concentró los éxitos y los fracasos de un año de trabajo con la disputa del Mundial. Un año después de su exhibición en los Juegos de Pekín, Bolt volvió a deslumbrar en la velocidad y quedó a centésimas de repetir su hazaña de ganar tres oros con tres récords del mundo.
El "relámpago" rebajó sus propias plusmarcas en 100 y 200 metros hasta dejarlas en 9,58 y 19,19 segundos. Pero en el penúltimo día de competencia, se quedó a 21 centésimas en el 4x100 de repetir la trilogía china. "Quiero convertirme en una leyenda", advirtió Bolt. "Para eso trabajo".
En cualquier caso, los 37,31 segundos de los caribeños fueron el segundo mejor registro de la historia. Los estratosféricos tiempos de Bolt invitan a preguntarse hasta dónde puede llegar el jamaicano, a quien los expertos señalan como un auténtico portento atlético. ¿Hasta dónde puede rebajar el récord de los 100, y el de los 200?
Las preguntas incluyen incluso si podría acabar con la mítica plusmarca del estadounidense Michael Johnson en los 400 metros o saltar más allá de los nueve metros en la longitud.
Por el momento los experimentos fuera del sprint, con los que fantaseó durante semanas tras el Mundial, deberán esperar hasta después de los Juegos de Londres 2012, según dijo el jamaiquino en la Gala de la IAAF a final de año. "Me voy a concentrar en los 100 y los 200 metros", avisó.
A Semenya también le gustaría concentrarse en los 800 metros, pero de momento tendrá que esperar a que la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) decida sobre su polémico e interminable caso.
La sudafricana se convirtió en un personaje conocido a nivel mundial casi de la noche a la mañana justo el día en el que ganó el oro en los 800.
Pero no lo hizo por la forma aplastante en la que se impuso, sino por el anuncio de la IAAF, pocas horas antes de la carrera, de que estaba sometiendo a un test de verificación de sexo a Semenya, una atleta de 18 años hasta entonces casi desconocida que despertó sospechas por su aspecto masculino y por mejorar su marca en casi nueve segundos en apenas unos meses.
La noticia desató toda una ola de protestas desde Sudáfrica, que incluso envió el caso a la comisión de derechos humanos de Naciones Unidas. Con el paso de los meses, sin embargo, el presidente de la Federación Sudafricana, Leonard Chuene, emergió como responsable del escándalo al descubrirse que decidió enviar a la atleta a competir pese a que sabía de las dudas sobre su sexo.
El federativo dimitió, pero la IAAF sigue sin tomar una decisión sobre el futuro de la corredora. El Ministerio de Deporte sudafricano aseguró que el órgano rector aceptó que Semenya conserve su oro mundial, pero la atleta sigue esperando un anuncio oficial entrenando en silencio en la Universidad de Pretoria.
El sprint estadounidense Tyson Gay y Yelena Isinbayeva fueron los grandes perdedores en el torneo ecuménico que se realizó en Berlín.
El norteamericano corrió los 100 metros en el segundo mejor tiempo de la historia (9,71), pero tuvo que conformarse con la plata, mientras que la rusa no sólo perdió su primera gran competencia desde el Mundial de 2003 en París, sino que quedó última.