James Cameron está haciendo historia en el cine nuevamente. Ya lo había hecho hace 12 años, cuando hundió el "Titanic" mientras él proyectaba la película más taquillera de todos los tiempos. Y ahora, lo hace con una épica futurista, "Avatar", que mañana se estrena en los cines de Bariloche y Neuquén, y que llega rodeada de tantos bombos y platillos como la anterior.
La recaudación es uno de ellos. La última superproducción del director canadiense, hecha con nueva tecnología 3D, recaudó 75 millones de dólares el fin de semana navideño. Desde su estreno hace sólo dos semanas, la película ingresó ya 212,3 millones de dólares en Estados Unidos y Canadá y 467,9 millones en todo el mundo. En un mundo que cuenta el dinero, lo de Cameron sólo puede ser calificado de éxito.
La historia y el bendito 3D es el otro ingrediente. Es que si con "Titanic" creó un monstruo tan grande como el que le daba título, ahora va por más.
Ya lo había anunciado cuando "Titanic" lo convirtió en "El rey del mundo". En ese entonces, Cameron, con un discurso de vanguardia tecnológica, argumentó que todavía no existían los efectos visuales capaces de darle forma al universo que había imaginado. Entonces, por doce años, se retiró del cine. Pero ahora, Cameron estrena "Avatar", su épica ecologista y guerrera, la película más cara de la historia: 500 millones de dólares.
"Avatar" lleva al espectador al Planeta Pandora. Hasta allí llega un ex marine norteamericano parapléjico, recluido en una silla de ruedas, con la esperanza de volver a caminar. En Pandora, un consorcio corporativo extrae minerales para resolver la crisis energética de la Tierra. El programa llamado Avatar intenta salvaguardar a sus enviados de la atmósfera tóxica de Pandora, por el que los humanos unen sus conciencias a un avatar, controlado a distancia para sobrevivir en este espacio adverso, combinando el ADN humano con el de los nativos del lejano planeta. Jake Sully es capaz de caminar de nuevo. Pero cuando se infiltra en los Na´vi surgen las dificultades.