Aunque negó ante la Justicia y el Vaticano las imputaciones, Storni renunció al Arzobispado en septiembre de 2002.
La situación se agravó cuando el presbítero José Guntern, de 82 años, le remitió una carta al ex obispo por un caso de abuso. El sacerdote, quien falleció tiempo después, fue instado por sus superiores jerárquicos a retractarse del contenido de la nota y dijo que mantuvo una reunión en el Arzobispado donde al menos cuatro sacerdotes lo presionaron para que se rectificara.
Los sacerdotes Hugo Capello y Marcelo Matero fueron acusados ante la justicia por presionar al anciano, pero fueron sobreseídos del delito de coacción.
En tanto, los sacerdotes Mario Grassi y Edgar Stoffel, fallecido, fueron imputados como partícipes primarios de coacción.