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Una sociedad golpeada | ||
Luego de fallar que habían sido legítimos los medios empleados por los Kirchner para multiplicar su patrimonio, el juez Norberto Oyarbide insinuó que le gustaría que "las instancias superiores" revisaran la decisión, repartiendo así la responsabilidad para una decisión que andando el tiempo podría resultarle muy costosa. Desgraciadamente para la sociedad, y tal vez para Oyarbide mismo, ni el fiscal federal Eduardo Taiano ni el jefe de la Fiscalía de Investigaciones Administrativas, Guillermo Noailles, optaron por apelar el fallo, de suerte que la causa supuesta por el enriquecimiento asombrosamente rápido del matrimonio presidencial ya es cosa juzgada, y por lo tanto será difícil reabrir el caso, aunque siempre es posible que los Kirchner se las arreglen para sorprendernos nuevamente con su apenas creíble habilidad comercial. Por ventajosa que les haya sido la voluntad de Oyarbide, Taiano y Noailles de darles el beneficio de la duda, lo de cosa juzgada no equivale a una patente de corso que les garantice impunidad en los años próximos. Para la sociedad en su conjunto, lo que acaba de ocurrir es motivo de profundo malestar, ya que parece confirmar que, como la mayoría siempre ha sospechado, aquí los jueces, fiscales y políticos constituyen una banda cuyos integrantes se protegen mutuamente intercambiando favores en desmedro de los ciudadanos comunes. De disfrutar la Justicia de más prestigio, un fallo tan sorprendente como el de Oyarbide sería atribuido a los tecnicismos legales que en todos los sistemas permiten a personas bajo sospecha conservar su libertad, pero escasean quienes piensan así. En opinión de virtualmente todos, los Kirchner nunca hubieran podido aumentar su ya abultada fortuna personal de aproximadamente siete millones de pesos en el 2003 a los más de 46 millones que declararon poseer en el 2008 sin incurrir en "irregularidades" reñidas con la ley y, huelga decirlo, con la ética. Pues bien: tarde o temprano llegará la hora en que todos los involucrados en este asunto lamentable tengan que rendir cuentas. La oposición ya está pidiendo que Oyarbide y Taiano sean sometidos a juicio político por no cumplir con los deberes de un funcionario público. A Noailles le esperará el mismo destino. También resultarán perjudicados por el fallo, que tanta indignación y estupor ha ocasionado, personajes como el sindicalista bancario Juan José Zanola, otros que están involucrados en la llamada mafia de los medicamentos adulterados y kirchneristas como el ex secretario de Medios, Enrique Albistur, puesto que el juez Oyarbide tendrá buenos motivos para esforzarse por convencer a la ciudadanía de que, no obstante las apariencias, dista de ser un servidor dócil del oficialismo actual. No extrañaría, pues, que en los meses próximos procurara eliminar cualquier malentendido acerca de su "lealtad" para con "el proyecto" kirchnerista haciendo gala de su severidad hacia sospechosos menos encumbrados que la presidenta y su marido. Sea como fuere, Oyarbide cometió un error muy grave si imaginaba que absolver a los Kirchner ayudaría a postergar el choque, que para él será peligroso, entre los decididos a perpetuar un statu quo caracterizado por la anomia que tantos beneficios les ha supuesto contra quienes quieren que la Argentina sea un país "normal" en el que todos, incluyendo a los gobernantes y sus amigos, se vean constreñidos a acatar la ley. Por ser cuestión de un caso flagrante que a juicio de la mayoría no admite ninguna duda, a raíz de la decisión de frenar la investigación de las finanzas privadas de los Kirchner los comprometidos con la legalidad se sienten aún más resueltos de lo que estaban antes a impulsar reformas fundamentales. Está gestionándose una alianza informal entre políticos de la UCR, del peronismo disidente, Coalición Cívica, PRO, asociaciones de abogados y miembros de la Corte Suprema que entienden que no puede tolerarse que la Argentina siga presa de la corrupción endémica, con instituciones cada vez más precarias, y que quienes detentan el poder se supongan facultados para hacer cuanto se les antoje sin preocuparse en absoluto por lo que piensan los demás. Merced en parte a la indignación ocasionada por la ratificación del fallo de Oyarbide, puede preverse que el poder de esta alianza crezca mucho en los meses venideros. | ||
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