Martes 29 de Diciembre de 2009 20 > Carta de Lectores
Duhalde se apura

La posibilidad de que Eduardo Duhalde logre triunfar en las próximas elecciones presidenciales sigue siendo muy escasa pero, al postularse, el ex gobernador y ex presidente interino ya ha conseguido modificar el panorama político nacional. A diferencia de sus muchos rivales, Duhalde entiende que no le serviría para mucho depender por completo de su propia reputación, motivo por el que aseguró que se vería respaldado por un equipo que incluiría a Roberto Lavagna, Jorge Remes Lenicov, Alfredo Atanasof y Graciela Camaño. Aunque sólo se haya tratado de una expresión de deseos, el que Duhalde haya presentado en público el núcleo de un gobierno eventual, de perfil relativamente moderado, es una novedad significante. El personalismo excesivo, cuando no enfermizo, es uno de los principales vicios de nuestra cultura política actual. Mientras que en los países más avanzados de Europa los aspirantes a erigirse en presidente o, donde rige el parlamentarismo, en primer ministro se han acostumbrado a nombrar a sus acompañantes mucho antes de celebrarse las elecciones, aquí demasiados son reacios a hacerlo, acaso por temer que les haga sombra la proximidad de dirigentes respetados.

La autopostulación de Duhalde ha molestado sumamente a otros presuntos presidenciables peronistas, razón por la que lo han criticado con vehemencia. Parecería que también ha asustado a los kirchneristas, ya que les conviene la actitud asumida por dirigentes como Felipe Solá, según el que "hablar de candidaturas presidenciales es apresurado" porque "ahora es tiempo de consolidar un proyecto político, ver cuántos somos, adónde vamos y para qué queremos ese proyecto". Puesto que "construir un proyecto" para entonces formar un equipo gobernante es una tarea que aquí podría durar meses e incluso años, significaría prolongar hasta nuevo aviso la sensación de que, si bien pocos quieren al oficialismo, ninguna fuerza opositora está en condiciones de llenar el vacío que ha dejado. Es razonable suponer, pues, que el propósito de Duhalde consiste en hacer pensar que no es así, que hay por lo menos una agrupación opositora, la suya, que está preparada para asumir en cualquier momento la responsabilidad de gobernar. En algunas partes del mundo es normal que a menos de dos años de comicios clave los grupos opositores no meramente testimoniales se hayan pertrechado de un programa de gobierno a su juicio coherente y hayan difundido los nombres de quienes podrían ocupar los cargos más importantes, pero en nuestro país muchos políticos ambiciosos prefieren demorar tales decisiones hasta vísperas de la jornada electoral. Por lo demás, cualquier indicio de apuro por parte de un líder opositor suele ser tomado por "destituyente" por aquellos kirchneristas que hablan como si les fuera evidente que todos sus adversarios son forzosamente oligarcas golpistas y derechistas vinculados con la dictadura militar más reciente.

Para la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, su marido y los incondicionales del matrimonio, el desafío planteado por Duhalde, el que se ha afirmado resuelto a trabajar para que Néstor Kirchner "nunca más sea dirigente, por lo menos en mi provincia", es un asunto muy serio, no sólo porque sin el apoyo de los intendentes del conurbano bonaerense carecerían de una base de sustentación, sino también porque, aunque fuera de manera indirecta, el ex presidente interino ha acelerado los tiempos de la política nacional. Puede que Duhalde haya sido "apresurado" al hablar de quienes tomarían parte del gabinete que se formaría en el caso de que triunfara en las elecciones, pero no sorprendería en absoluto que quienes se aseveraron indignados por su iniciativa se sintieran constreñidos a emularlo para mostrar que ellos también entienden que si quieren mudarse a la Casa Rosada tienen que contar con algo más que su propio "carisma" personal. En vista de que los activos políticamente más valiosos que tienen los Kirchner consisten en la voluntad ajena de respetar el calendario constitucional y la convicción generalizada de que aún no se ha conformado ninguna alternativa auténtica a su "proyecto" o "modelo", cualquier señal de que miembros de la oposición, sobre todo si se trata de uno tan aguerrido como Duhalde, se hayan propuesto quemar etapas no puede sino alarmarlos.

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