La primera propuesta de comercio regional del gobierno de Obama es una buena noticia para Asia, pero no tan buena para varios países latinoamericanos.
El 14 de este mes el gobierno de Obama notificó oficialmente al Congreso su intención de negociar el Acuerdo Transpacífico, un tratado de libre comercio con Vietnam, Singapur, Australia, Nueva Zelanda, Brunei, Chile y Perú. Si se aprueba, el acuerdo de ocho países será el más grande firmado por Estados Unidos en términos del número de estados involucrados.
"La región Asia-Pacífico es la más dinámica del mundo -me dijo Demetrios Morantis, un alto funcionario de la Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos, en una entrevista telefónica-. La idea es negociar entre los ocho países un acuerdo de comercio regional de primer nivel al que luego podrán integrarse otros países".
Se trata de la primera iniciativa comercial del gobierno de Obama. Durante la campaña electoral el presidente había criticado los acuerdos de libre comercio firmados por su antecesor Bush señalando que no ofrecían suficiente protección para los trabajadores estadounidenses. Los acuerdos firmados por Bush con Colombia y Panamá aún no han sido ratificados en el Congreso, donde el partido de Obama tiene mayoría.
La propuesta de Obama de crear un bloque comercial transpacífico no sólo apunta a aumentar las exportaciones estadounidenses a los mercados de más rápido crecimiento del mundo sino que también podría ser una respuesta al megaacuerdo comercial de China con los diez miembros de la Asociación de Países del Sudeste Asiático (Asean), que entrará en vigor en el 2010.
Los funcionarios estadounidenses están preocupados por el hecho de que, si bien las exportaciones de Estados Unidos a Asia aumentaron el 63% en los últimos cinco años, el porcentaje del comercio estadounidense en Asia ha caído un 3%. Y, a partir del acuerdo China-Asean, los chinos podrían aumentar su presencia comercial en la región.
El Acuerdo Transpacífico de Obama podría perjudicar a varios países latinoamericanos de dos maneras.
En primer lugar, el gobierno de Obama deberá concentrar sus energías en la aprobación legislativa del Acuerdo Transpacífico, lo que podría restarle recursos para lograr la aprobación de los acuerdos de libre comercio pendientes con Colombia y Panamá o para tratar de revivir la ahora difunta idea de un Área de Libre Comercio de las Américas.
"Me preocupa que se desvíe la atención de Estados Unidos -me dijo Augusto de la Torre, el jefe de economistas del Banco Mundial para Latinoamérica y el Caribe-. El gobierno de Obama podría terminar invirtiendo tanto capital político en este acuerdo transpacífico que podría quedarse sin recursos para promover una integración comercial más profunda en el hemisferio occidental".
En los próximos meses los funcionarios comerciales estadounidenses tendrán que dedicar casi todo su tiempo a preparar las negociaciones con los demás países del bloque transpacífico, que tendrán su primera reunión grupal en marzo en Australia.
"La preparación para la reunión de marzo consumirá casi todo el primer trimestre del 2010 -me dijo David Lewis, un analista de la empresa Manchester Trade, de Washington DC-. Y en los meses siguientes todo el mundo en el Congreso estará con la cabeza puesta en las elecciones de noviembre.
En segundo lugar, el acuerdo comercial con el bloque transpacífico significará una mayor competencia asiática para las exportaciones de muchos países latinoamericanos hacia Estados Unidos.
Vietnam, una economía que está creciendo a todo vapor y que ofrece una mano de obra más barata que la de muchos países latinoamericanos, conseguiría acceso preferencial al mercado estadounidense para sus productos textiles, electrónicos, calzado, café y muchos otros bienes.
Los funcionarios estadounidenses rechazan la idea de que un bloque de libre comercio transpacífico perjudicaría a los países latinoamericanos que se queden afuera. Una agenda regional no tiene por qué ser excluyente con la otra, dicen.
Mi opinión: por supuesto que lo será. Pese a que el gobierno de Obama me sigue gustando en muchos aspectos, me temo que está confirmando mis temores iniciales de que no le prestará demasiada atención a Latinoamérica en los temas que realmente importan, como el buscar una mayor integración económica continental.
No es casual que, en una reunión pública realizada el 11 de este mes en el Departamento de Estado para delinear las prioridades del gobierno de Obama en Latinoamérica, la secretaria de Estado Hillary R. Clinton hablara largo y tendido sobre el fortalecimiento de la democracia y los planes para empoderar a las mujeres pero no mencionara una palabra sobre nuevas iniciativas comerciales con la región.
Desafortunadamente, en lo que hace al comercio, Washington está mirando sólo hacia el Oriente y -salvo los casos de Chile y Perú- se está olvidando del sur.