En la Cámara de Diputados de la Nación funciona la Comisión de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia, que otorga un premio a la "mujer del año".

La opinión pública tiene motivos sobrados para suponer que esa distinción será destinada a exaltar la figura de una representante natural y genuina del sexo femenino. Lo que se espera razonablemente es que ese premio sea usado para destacar las virtudes tradicionales que el imaginario social y humano atribuye desde siempre a la mujer.

Este año aspiraban al premio, por ejemplo, varias mujeres de reconocidos méritos: algunas habían luchado dignamente contra la pobreza o contra el flagelo del paco, otras habían desarrollado activas campañas en favor de la conservación ambiental o de los derechos humanos.

Sin embargo, la comisión desechó a esas meritorias candidatas y se inclinó por otorgar el galardón a una persona transexual "por la perseverancia con que reclamó ante las autoridades el reconocimiento legal de su supuesta identidad femenina", lo cual constituye una grosera provocación y una burla inaceptable hacia valores tradicionales consagrados largamente por la moral pública.

Al adoptar esa decisión, a través de una de sus comisiones la Cámara de Diputados de la Nación ha agraviado a la mujer y ofendido los sentimientos más profundos de la población.

Puede que en opinión de algunos esté bien que se respeten los derechos de ciertas minorías sexuales, pero de ninguna manera puede aceptarse que desde uno de los poderes del Estado se lesionen seriamente valores y principios que los argentinos reconocemos como pilares éticos y espirituales de la Nación.

La Cámara de Diputados le debe una explicación al pueblo por esta lamentable agresión a su esencia moral y a sus tradiciones y costumbres.

Joaquín Bertrán

DNI 5.433.822

Neuquén