Domingo 27 de Diciembre de 2009 Edicion impresa pag. 42 > Cultura y Espectaculos
Poco para un año

El año folclórico pasó con poco para destacar, a no ser la pérdida de cuatro exponentes sobresalientes del género. De logros, producciones, nuevos valores y destacados, hubo poco y nada.

La muerte de Mercedes Sosa se llevó los títulos del año, porque por más cosas buenas o malas que hubieran pasado, nadie hubiera tenido la trascendencia que tuvo esta partida, porque dejó ese lugar con un cartel enorme de irreemplazable y porque es una de las grandes pérdidas de esta década.

Cómo no reconocer lo que significó si su muerte enlutó a un país entero, incluidos los que no eran sus seguidores pero que sí admitieron que su valor trascendió Argentina para convertirse en un exponente más latinoamericano.

Mercedes Sosa fue noticia mundial por su música, por su canto y también lo fue por su muerte. Mercedes Sosa fue sin dudas la noticia del año, lamentablemente por su partida, que dejó sin despedida de su gente en el Cosquín 2010, donde tenía planeada su última presentación. Y también se fue Suma Paz, discípula dilecta de Atahualpa Yupanqui. A lo largo de su carrera supo difundir el folclore como pocos músicos lo han hecho en la Argentina por lo que se transformó en uno de los emblemas de la música nacional.

Don Sixto Palavecino también partió, el señor del violín, el dueño de la magia del violín, el hombre de la lengua Quichua, una pérdida no sólo para la música, para el folclore, sino para la cultura, hombre de saberes profundos y hombre de las raíces.

El último en partir fue Patricio Jiménez, la voz del Dúo Salteño, exponente de los mejores de un grupo donde la excelencia fue el lema. Se fue sin el reconocimiento de un pueblo folclorista, pero más afecto a elogiar a los que gritan, a los que hacen falso populismo, que a los que se esmeraron en hacer folclore de excelencia. Igual, nadie podrá con los méritos sobrados de Jiménez que dejó en claro que cantar bien en folclore es posible. No fue un cantor popular como los tantos que hay en nuestro país, pero sí fue un destacado indiscutible de un folclore que a lo largo de la historia tuvo pocos como él.

Si estamos hablando de los que murieron antes de los que vivos siguen generando, es porque eso que generaron no alcanzó para decir que fue un año productivo para un género que sufre peor que todos las crisis económicas, porque el folclore siempre fue pobre de recursos y cuando las crisis aprietan, es el primer género que deja de producir.

Y claro, en este escenario sólo pueden dar un paso adelante los que tienen recursos, los que tienen trayectoria y consiguen que los sellos lancen nuevos discos, los que tienen ese empujón extra que se necesita para grabar.

Es poco para un año, es poco para un género con tantos exponentes, es poco para tantos que quieren despegar, es un año pobre para el folclore que en todo caso generó más de lo mismo.

Hay un estancamiento en los exponentes del folclore que terminan en muchos casos haciendo versiones románticas de temas para sumar a un público indefinido, pero que no son capaces de generar nuevas modas, creaciones que rompan el letargo. No sé por qué pero siento que lo que a este país le falta en materia de folclore son creadores más que intérpretes, pero creadores que se salgan del modelo comercial romántico sensiblero y que se metan en las raíces de un genero que si mira para atrás verá a muchísimos exponentes de excelencia.

Tal vez estemos mirando más a los que llevan al escenario esas creaciones que a los mismos creadores y es posible que ahí esté la razón de este estancamiento de un género que da para más, para mucho más, aunque en este tiempo no se note.

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