Como era previsible, ante la sola mención por parte de Jorge Sapag de la posibilidad de una alianza entre el MPN y el kirchnerismo de cara a las elecciones presidenciales del 2011, la oposición interna de su partido salió a rechazarla airadamente de antemano.
Estaba claro que una propuesta tan controvertida para un partido que se precia de habérselas arreglado solo para conservar el poder durante más de 40 años estaba destinada a suscitar una fuerte reacción por parte de quienes, perteneciendo a la sagrada cofradía que administra el poder en esta provincia, hoy no tienen en suerte la posibilidad de gobernar.
Más aún, bien mirada, la revelación por parte de Sapag de que Néstor Kirchner le ofreció marchar juntos para la próxima presidencial era una oportunidad servida en bandeja para que la oposición interna, un tanto dispersa y raquítica, asomara la cabeza. Tanto es así que cuesta creer que Sapag haya procedido ingenuamente al largar semejante petardo.
Es que mientras su antecesor, antiguo socio y actual competidor se preciaba de su temeraria capacidad de confrontación, Sapag parece estar orgulloso de todo lo contrario, de navegar sobre la cresta de la ola de las contradicciones y de practicar una filosofía del poder casi oriental: antes que cargar sobre el adversario es mejor tratar de utilizar su energía en provecho propio. Un estilo que, en su entorno, le ha valido el mote de "ajedrecista" o "tiempista" y que vendría a ser lo que vulgarmente se llama un "vivo", alguien que, muy a menudo también, suele presentarse como inofensivo.
Precisamente, el gobernador se ha empeñado en obtener ventajas de la buena relación que viene cultivando con el gobierno nacional desde que asumió. Lo ha hecho pragmáticamente, al estilo de sus antecesores y sin mayor preocupación por quién gobierne -sea Illia, los militares, el peronismo, Alfonsín, Menem o los K, la única excepción fue el anterior gobernador que deliró con la presidencia de la República-, y no dará su brazo a torcer antes de que su apuesta fructifique. ¿Cómo? Con mucha obra pública, mejor precio del gas, Chihuido I en marcha y mayor financiación de la deuda pública. Después de todo, acaso sea este asunto el eje de su gestión y también el principal estímulo para su reelección.
Del otro lado de esta singular Entente Cordiale, otro gran pragmático apuesta también a sacar su provecho. Néstor Kirchner necesita los votos del MPN en el Congreso para que no se malogre el gobierno de Cristina. También, que el gobernador de la principal provincia hidrocarburífera haga número en los actos oficiales -con más razón cuando esté involucrada la política energética nacional- y presumiblemente requiere dramáticamente el apoyo del neuquino para su propio proyecto reeleccionista.
No es secreto para nadie que Néstor -el otro ´vivo´ de esta película- es el candidato K para el 2011 y que esa apuesta pasa por el requisito previo de ganar la interna abierta en el Partido Justicialista sea al bueno de Duhalde o quién sabe a quién. Pues bien, el MPN es un partido de distrito, que usualmente no lleva candidato a la Presidencia y que cuenta con más de 100.000 afiliados, una cifra nada despreciable al momento de contar los porotos uno a uno como debe estar haciendo el santacruceño.
Pero para que semejante transacción sea posible, claro, hace falta que Sapag convenza a su partido -por lo menos a la mayoría de él- de la conveniencia que un arreglo como éste tendría para todos. Además de que el gobernador logre que se adapte la carta orgánica del partido provincial a esa contingencia.
Su adversario interno, en cambio, debería demostrar que los Kirchner se proponen hacerle un paga Dios al inocente de Sapag y que la política de confrontación con el gobierno nacional que él practicó a destajo fue mejor y más provechosa para todos. Lo primero es algo improbable, porque puede ser que con este romance político el gobernador no alcance el 100% de sus objetivos, pero seguramente tampoco quedará con las manos vacías. Lo segundo es todavía más difícil, sin contar con que, pájaro en mano, el paga Dios lo puede hacer Sapag según sean las cambiantes circunstancias políticas al momento de la interna por la candidatura presidencial.
El obispo Marcelo Melani acaba de lanzar un mensaje de Navidad que involucra algunas sordas críticas al gobierno sapagista, en particular referidas a la necesidad de convertir la mentada voluntad de diálogo oficial "en hechos", frente a la profundización de la desigualdad y la lucha que llevan adelante los pueblos originarios, esa cultura "diferente a la propia", para acceder a la tierra. Para los indígenas -dijo Melani- la tierra es parte "de la vida misma".
En una entrevista con este diario, Sapag advirtió que la Confederación Mapuche, cabeza de los sectores indígenas más combativos, representa "a un sector muy minoritario de las comunidades" e insinuó que la postura de ese agrupamiento colisiona con la de la mayoría de los loncos.
Aclaró que si bien el gobierno está dispuesto a hacer el relevamiento de tierras que prescribe la ley 21.160, de emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras indígenas, no es poco lo que los gobiernos del MPN han hecho en los últimos 40 años sobre el tema al traspasar alrededor de 420.000 hectáreas a las comunidades mapuches.
En realidad, Sapag busca hacer equilibrio entre los sectores mapuches más combativos y los ofuscados propietarios de los campos de la zona cordillerana, entre ellos su propio hermano "Nuno", que en los últimos tiempos lanzaron duras invectivas contra los protagonistas de las ocupaciones de tierras y contra quienes las toleran de brazos cruzados.
En esto, como en otras cosas, el gobernador juega a ser centro entre posiciones extremas, captando el sentido común de las mayorías. Falta ver si tendrá éxito o terminará cuestionado por unos y otros.