¿Acaso alguien imaginaba algo distinto de un partido amistoso de fin de año, concertado para los patrocinadores y la fiesta catalana? Argentina no jugó bien y, ahora, tampoco gana en los amistosos. Pero la derrota 4-2 ante la selección catalana de Johan Cruyff no debería ser tomada en cuenta, más allá de que algunos jugadores hayan perdido tal vez chances en la lucha por definir su lugar entre los suplentes del plantel que irá a Sudáfrica.
La ausencia de Messi no sólo restó atractivo al partido. También le quitó morbo. A veces, surgen episodios que permiten reflexionar un poco sobre ciertos mecanismos del trabajo periodístico. Lo que ocurrió con Messi esta semana es un ejemplo claro.
Barcelona le ganó el sábado en Abu Dhabi a Estudiantes un trofeo que busca desde toda la vida. Le sirvió además para coronar el mejor año de su historia, una temporada que acaso ningún otro club podrá igualar jamás. Y lo hizo con un gol de Messi en el tiempo extra y 24 horas antes de que el pibe recibiera su premio FIFA como mejor futbolista del año. ¿Cómo no estallar de alegría? ¿Cómo no desahogar toda la tensión?
Algún fanático, de los que siempre hubo y habrá no sólo en el fútbol, también en la vida, pintó insultos para Messi en La Plata. Ironizaban sobre por qué hace esos goles con la selección nacional. O por qué no los grita igual con Argentina. Le sacaron una foto y el insulto dio la vuelta al mundo. Los portales de Internet, secos de noticias sobre fin de año, reprodujeron la foto. Y un diario español tituló: "la afición argentina se echó a la calle para cargar contra Messi".
La mecha quedó encendida. En los foros de Internet, los fanáticos de uno y otro lado cruzaron insultos, burlas e ironías. Argentinos contra españoles. Españoles contra argentinos. "Pincharratas" contra "triperos". "Culés" (hinchas del Barca) contra los del Madrid. Increíble: pasamos de una pintada de mala muerte en un solo sitio, a "´la afición se echó a la calle en contra de Messi´", escribió el colega Carlos Salgado, corresponsal en Argentina de medios españoles.
Ojalá los balances de fin de año puedan ser amplios. Que no sólo se analice lo mal que jugó la selección argentina en 2009, sino también la inflación de elogios que saludó el arribo de Diego a la selección, y contrastarlas con las desmesuras tras la doble derrota ante Brasil y Paraguay que dejó al equipo en serio peligro de no clasificarse al Mundial.
Maradona, raro, fue obligado a asistir como testigo silencioso de todo. Ojalá también a él esa distancia le haya permitido observar un panorama más amplio. Ver mejor qué sigue faltando. Cómo armar una estructura con un equipo de colaboradores que permitan llegar a Sudáfrica en las mejores condiciones. Saber que si se perdió -lo que forma parte de las reglas del juego- no fue porque Messi cantó o no cantó el himno. O porque Maradona insultó o no a la prensa. Que si hay derrota -una consecuencia posible cuando se compite- fue porque el rival fue mejor. Felices fiestas.
EZEQUIEL FERNANDEZ MOORES