| ||
Un nombramiento polémico | ||
Aunque Abel Posse fue un diplomático de carrera que se jubiló hace algunos años, tal vez sea la menos diplomática, en el sentido lato de la palabra, de todas las figuras públicas del país, detalle éste que aseguró que la decisión del jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, de nombrarlo ministro de Educación motivara la furia de los sindicatos docentes, de la oposición progresista y, desde luego, de voceros kirchneristas resueltos a aprovechar toda oportunidad para intentar reconciliarse con los sectores de centroizquierda. Como columnista que ha desarrollado sus ideas en distintos medios gráficos, Posse, el autor de catorce novelas y cinco libros de ensayos, siempre se ha expresado de manera tajante sobre los problemas del país sin preocuparse demasiado por el consenso de turno, lo que, como es natural, ha enojado a muchas personas y desconcertado a otras. Mientras que a juicio de algunos es un intelectual destacado cuyos aportes nos han ayudado a entender mejor la esquiva realidad argentina, según el jefe de Gabinete nacional, Aníbal Fernández, Posse es un "enorme burro" de "dudosa formación democrática" y, para más señas, "un misógino", en tanto que otros lo han acusado de ser "un fascista", de reivindicar el régimen militar, algo que niega, y de estar a favor de la represión más brutal por creer que convendría poner límites a las protestas que día tras día hacen del centro de la capital federal un aquelarre. Por su parte Posse, que aún no ha iniciado su gestión, califica a sus críticos de mediocres y provincianos e insiste en que los políticos locales sólo saben balbucear, ya que "la Argentina perdió el coraje de hablar". En cuanto a su ubicación política, afirma sentirse más cerca "de la cosa social peronista". Puede que en principio haya sido una buena idea designar como ministro de Educación porteño a un escritor independiente como Posse que, no obstante sus excentricidades, dista de ser un "enorme burro", pero por tratarse de una persona tan controvertida sería un auténtico milagro que lograra mejorar el notoriamente deteriorado sistema educativo del distrito más rico del país, en que el ingreso per cápita es equiparable con el de algunas partes del Primer Mundo. Los muchos que quisieran ver fracasar al gobierno de Macri ya se han puesto a aprovechar en beneficio propio las opiniones contundentes de Posse, transformando así lo que debería ser un debate en torno a lo que sería necesario hacer para superar las deficiencias de los colegios y universidades de la capital en un conflicto ideológico venenoso. Aun cuando Posse optara por mantenerse callado, ya ha brindado a los sindicatos docentes, los que están habituados a declararse en huelga por cualquier motivo que les parezca plausible, un sinfín de pretextos para ordenar a sus afiliados abandonar sus tareas. Es una suerte para el nuevo ministro que su gestión haya comenzado en vísperas de las largas vacaciones del verano, pero no sorprendería del todo que los sindicatos del sector le declararan la guerra, garantizando así que el próximo ciclo lectivo resulte todavía más agitado que los anteriores, lo que sería desastroso para centenares de miles de jóvenes. Posse entiende muy bien la importancia de restaurar la autoridad de los docentes y reforzar la disciplina en las aulas. Desde el punto de vista de sus adversarios progresistas, la actitud así reflejada es propia de tiempos felizmente superados, pero sucede que en casi todos los países del mundo son cada vez más los convencidos de que la permisividad típica de las sociedades occidentales -pero no de las de países como China, la India y Corea del Sur- ha tenido consecuencias nefastas en el ámbito educativo y que por lo tanto hay que regresar a métodos pedagógicos más tradicionales. Sin embargo, por motivos que no tienen nada que ver con sus ideas y con sus eventuales propuestas concretas para remediar las deficiencias de la educación porteña, es muy escasa la posibilidad de que Posse consiga impulsar los cambios que es de suponer tiene en mente. Lo más probable es que, por ser un personaje tan polémico, por su mera presencia en la cartera Posse continúe siendo blanco de críticas airadas y denuncias de inspiración ideológica, razón por la que su gestión en un cargo de importancia fundamental parece ser condenada de antemano al fracaso. | ||
Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí | ||