Sebastián Piñera tiene, desde hace casi ocho años, una obsesión: ser presidente de Chile. Es casi el único ámbito de su actuación donde el éxito no le ha sonreído a este impetuoso y carismático hombre de negocios... hasta ahora. Su anterior intento por llegar al más alto cargo político se vio frustrado en 2004 por Michelle Bachelet. A pocas horas de esta derrota, anunció su lanzamiento como candidato para el próximo turno presidencial.
La derecha parece haber aprendido la lección. En aquella oportunidad fue dividida entre Piñera y el líder de la UDI, Joaquín Lavín. La disputa interna dejó heridos y muchos votos de su rival se "fugaron" a Bachelet en segunda vuelta. Ahora, Piñera se dedicó durante cuatro años a construir una candidatura unitaria que le permite estar a las puertas de un histórico triunfo.
Piñera posee un canal de televisión, es accionista de la aerolínea LAN, dueño de la empresa que gerencia a Colo Colo, el club de fútbol más popular del país, y figura entre los 700 hombres más ricos del mundo.
De 60 años, casado con Cecilia Morel y padre de cuatro hijos, Piñera proviene de una familia en la que varios miembros colaboraron como ministros o asesores de seis de los últimos siete gobiernos. Su hermano Miguel es además un reconocido cantante. Su posición en la empresa LAN, de fuerte presencia no sólo en Chile sino también en la Argentina y Perú, lo llevó a negociar como empresario con los gobernantes de los tres países.
Justamente el cruce entre política y negocios, que hace dos décadas lo tuvo cerca de la cárcel por un escándalo bancario, es el principal flanco que atacan sus detractores.
Ingeniero comercial graduado en la Universidad Católica y doctorado en Harvard, Piñera tiene una característica que es a la vez ventaja y debilidad: en 1988 votó por el "No" al ex dictador Augusto Pinochet en el plebiscito que abrió las puertas a la democracia. Esto le permite por un lado atraer al voto centrista antiautoritario, pero al mismo tiempo genera resistencias entre el pinochetismo "duro". De hecho, tras la recuperación de la democracia en 1990, sufrió el secuestro de un hijo por agentes de seguridad y fue espiado por el Ejército, que veía con recelo el ascenso de Piñera y otros liberales en Renovación Nacional.
Durante la campaña prometió crear un millón de empleos y dar subsidios de alrededor de 80 dólares a los pobres, mientras sorteó electrodomésticos, lo que le valió críticas de "populismo". (Télam/Redacción)