Domingo 13 de Diciembre de 2009 Edicion impresa pag. 42 > Cultura y Espectaculos
Luces del estadio, sombras de contradicción
A 20 años del primer gran recital de Los Redonditos de Ricota en un estadio y de una histórica y polémica decisión.

Aún sin conocer las derivaciones ni consecuencias que tal actitud podía originar, Los Redonditos de Ricota, cristalizaron un 2 de diciembre de 1989 una decisión histórica. En aquella jornada calurosa, la formación conducida por Carlos ´Indio´ Solari tocó por primera vez en el microestadio de Obras Sanitarias, esa suerte de "templo del rock" que para algunos cultores de la ansiada "independencia artística y económica" era "meca prohibida" para el grupo que mayor cantidad de fieles ganó a fines de la década del 80.

Ese día, Los Redondos cristalizaron una determinación tomada algunos meses antes, cuando la serie de shows en Capital Federal para difundir el cuarto disco, ´Bang Bang, estás liquidado´ (1989), empezaba a generar episodios de violencia en los ingresos a las salas.

Es que, en septiembre de esa temporada, el conjunto que nació en La Plata en 1976, hizo presentaciones durante tres fines de semana consecutivos en un cine-teatro devenido en salón para recitales, bautizado Satisfaction, en pleno barrio de Constitución. Alrededor de 2.000 personas en cada convocatoria garantizaban un clima jubiloso en el "ritual ricotero". Los problemas surgían con los que no podían comprar sus entradas (porque ya se habían agotado) y pretendían entrar por la fuerza. Un micro escolar pintado de color naranja oficiaba como una suerte de "boletería ambulante", desde tres horas antes del inicio de cada recital. Lo concreto es que las localidades se terminaban en algo más de 60 minutos, y ese colectivo (ubicado en ese lugar por decisión de la manager de la banda, Carmen "La Negra Poly" Castro) "desaparecía" tan sigilosamente como había llegado. En esos conciertos se vivieron escenas del dogma que pregonaba el Indio Solari por aquellos días: "No hay fiesta ni alboroto, sin algunos platos rotos". Y en los arranques de los shows o a la salida de ellos se sucedían los cruces entre el público y las fuerzas policiales, que no ingresaban a los recintos pero sí "patrullaban" las calles.

Los Redondos atravesaban una suerte de encrucijada. A pesar de que habían evidenciado su postura en el tema "La bestia pop" (incluido en "Gulp", 1985), el grupo se vio inducido a "bailar el rock del rico Luna Park", aunque algunos hubiesen preferido no hacerlo. Meses antes, en un reportaje con "Rock & Pop", Solari había rechazado la posibilidad de actuar en el microestadio de Núñez, advirtiendo que se trataba del "lugar institucionalizado del rock". El Indio cuestionaba que en cada recital en Obras "una banda independiente" tenía que "adaptarse a otros parámetros" de relación. "La seguridad la manejan ellos y ellos son los dueños", se quejaba, a la par que establecía que entre el grupo y su público lo ideal era que "nada ni nadie se ponga en el medio". Sin embargo, la popularidad llevó a "La Negra Poly", según le contaron a Télam personas cercanas a la banda, a aceptar la propuesta de tocar en Obras, con capacidad para 5.500 personas. Según allegados de hace dos décadas, Solari no estaba a gusto con la idea pero "no le quedó otra que resignarse".

Enseguida, parte de la prensa especializada del rock posó su mira en la aparente contradicción. Así surgieron las primeras críticas desde "El Tajo", suplemento de música del desaparecido diario "Sur", firmadas por el periodista Carlos Polimeni, en el sugerente recuadro que llevó por nombre "El silencio es salud". En el artículo, el periodista reflexionaba sobre la tardanza en la que habían incurrido Los Redondos al no tocar antes en un escenario con mayor capacidad. "Hace tiempo que debería haberlo hecho, ahorrándole a su público las malas condiciones de seguridad de incontables sitios en que se desempeñaron en homenaje a su supuesta coherencia", rezaba el texto de la nota.

Esos cruces de opiniones desataron una "guerra dialéctica" que tuvo un capítulo especial ese sábado 2, apenas comenzado el show, cuando Solari despachó "Carlitos, de ´Sur´, ¡me cago en tu puta boca!" para encender más la hoguera.

Lo cierto, también, es que Los Redondos tomaron conciencia por esos años de que un escenario más grande "puede jugarte a favor y no en contra", tal como lo asegura el también periodista Alfredo Rosso.

A partir de esa noche del 89, el grupo tuvo planes "más ambiciosos". El 29 de diciembre, hubo un multitudinario concierto en el club de Núñez, con casi 15.000 espectadores. Comenzaba la masividad y la aparente "barrera" de lo que uno pregona y eventualmente hace, ya no importaba tanto. Se repitieron los shows en Obras, incluido uno en abril de 1991 en el que se produjo el asesinato de Walter Bulacio a manos de la policía. La polémica fue mayor, por cierto.

Luego la banda se erigió como la primera representante de la premisa "Rock en las canchas", a partir de los conciertos en los estadios de Huracán, Racing, Colón, Unión de Santa Fe, River Plate o en el mismísimo estadio Olímpico de Córdoba, donde se despidió en agosto de 2001.

(Télam)

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