Viernes 11 de Diciembre de 2009 > Sociedad
Hotel espera hace 42 años la llegada de huéspedes
No tiene nombre, nunca nadie se alojó en sus instalaciones.  Una historia increíble que comienza en 1967.

Las camas están recién hechas. En el hall de entrada los camareros ya prepararon las mesas para el café. Los cocineros cocinan albóndigas en salsa de tomate. Y en la recepción Fakhre Alame está listo para recibir a los huéspedes, aunque el joven con una camisa blanca impoluta sabe que no va a venir nadie. Ni hoy ni mañana. Igual que desde hace 42 años.

Es un caso totalmente único en Cercano Oriente: un hotel sin nombre, sin huéspedes, con 60 habitaciones y un servicio limitado, que incluye desde cocina hasta limpieza de las instalaciones, y una historia increíble.

La crónica se deshace en elogios al referirse a la inauguración del hotel, el 10 de mayo de 1967. El ya fallecido rey Hussein de Jordania tuvo entonces el honor. Dieciocho cocineros atendieron a 300 invitados. Las mesas se doblaban bajo el peso de 750 kilogramos de carne y 200 de arroz. "El hotel fue pensado como una inversión en el futuro", cuenta Masri Tammimi. Las ganancias servirían para ayudar a financiar la formación de jóvenes palestinos y jordanos en una escuela privada de oficios afiliada al hotel. El establecimiento educativo todavía existe hoy, Tammimi es su director.

El sueño del exitoso hotel, en cambio, ya se había esfumado, apenas un mes después del banquete real. "Ahí empezó la Guerra de los Seis Días", dice Tammimi. "Los 22 profesores alemanes abandonaron la escuela", pero los oficiales israelíes llegaron. "La escuela se encuentra sobre una colina. Y desde el punto de vista militar es de importancia porque desde ahí uno puede tener una vista panorámica sobre todo el área hasta Jerusalén", dice el director. "En ese entonces le pedimos al gobierno alemán que protegiera la escuela". Eso ayudó, y la vinculación no se llegó a interrumpir desde entonces.

Actualmente el Servicio de Desarrollo Alemán (DED) apoya el proyecto con dos instructores y asesoramiento especializado. ¿Y qué fue del hotel?

Tras la ocupación israelí, en el aeropuerto, que se encuentra cerca del establecimiento, no llegaron a aterrizar ni los hombres de negocios árabes ni los turistas que habían previsto los fundadores del hotel. Por eso Tammimi siempre tuvo la idea de abrir un albergue para huéspedes menos adinerados. "Pero eso era sólo un bonito sueño", dice. Por un lado no llega a reunir el dinero para impuestos, un equivalente a 33.000 euros (48.600 dólares) mensuales, que calcula necesarios para Hacienda. Por otro lado, la construcción del "muro" israelí hacia Cisjordania deja al hotel aislado en el lado palestino. Y, en el medio de una gran zona industrial israelí, el complejo de la escuela sobre la colina verde es hoy en día el último bastión palestino.

Del proyecto original del hotel no queda sólo la vista grandiosa desde la terraza. Los propietarios transformaron el hotel de cuatro pisos sin nombre en un hotel escuela, en el que actualmente 54 jóvenes palestinos, todos hombres, aprenden el oficio de la hostelería comenzando de cero. "Tenemos que ofrecer un buen servicio y una buena calidad en la comida", dice el instructor jefe Anwar al Shamasnoa. "Los turistas vuelven sólo cuando la calidad es buena". Así es como los cocineros cocinan para sí mismos y prueban las albóndigas en salsa de tomate.

En cinco habitaciones de hotel totalmente equipadas, los jóvenes del servicio de habitaciones doblan prolijamente las sábanas. En el lobby, camareros de punta en blanco sirven té y pasteles.

Y en la recepción Fakhre Alame, de 16 años, ensaya con sus cabellos recién teñidos y una sonrisa reluciente para su actuación, algún día futuro, en un hotel de verdad.

DPA

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