VIEDMA (AV).- Los habitantes de esta capital y los potenciales turistas que arriben al lugar en estos días para disfrutar de las bellezas de la zona, no contarán con los servicios e infraestructura esperables para permanecer junto al río o al mar con tranquilidad plena.
Por un lado, aún no se ha resuelto el conflicto salarial con los guardavidas que desarrollan tareas tanto en el balneario El Cóndor como en la costa del río.
Por eso, los guardavidas siguen de paro y solamente concurren a cumplir su rol un par de horas por día, con el riesgo que eso implica tanto en el río como en el mar.
Además, el paredón que la última sudestada destrozó, todavía no fue reparado por la comuna y la obra, a pocos días del inicio del verano, está sin concluir dando un aspecto bastante desprolijo a la costanera de El Cóndor.
Los vecinos del lugar expresaron a este medio su descontento por el estado de la pequeña muralla que sirve para contener la arena.
En estos días, las máquinas que retiran la tierra que se acumula en las calles hicieron pequeños cortes en el paredón para tirar la arena a la playa.
Por otro lado, la municipalidad informó que debido a la necesidad de renovar prácticamente la totalidad de los permisos de navegación y revisión de los elementos de seguridad, el Catamarán Currú Leuvú continuará sin prestar el servicio habitual.
Los permisos y certificados de revisión son otorgados por autoridades nacionales, que deben concurrir periódicamente para observar los avances, por lo cual el proceso se ve muy retrasado.
A pesar de las gestiones de la comuna y de los propios concesarios el importante atractivo turístico sigue sin poder brindar el característico servicio que permite recorrer el río a bordo de esa tradicional embarcación.
En la baja del faro
En relación a la segunda bajada del Faro y a los servicios que allí serán ofrecidos a los turistas la comisión evaluadora de Turismo de la provincia aún no se expidió sobre la única oferta presentada en el llamado a licitación del 23 del mes pasado.
El concesionario anterior desmanteló toda la infraestructura que allí había instalado, quedando en pie sólo los sanitarios, según se pudo observar.
De esta manera, teniendo en cuenta que la temporada está tan próxima, a lo máximo que se aspiraría sería la instalación de un kiosco en un lugar masivamente concurrido por los veraneantes.
La lentitud en las acciones sumada a la burocracia poco hacen por la promoción del turismo de las playas viedmenses. Lo mismo ocurre en la costanera.