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Matrimonio gay: "un dogma no tiene por qué ser ley para todos" | ||
Entrevista a Diana Maffia, legisladora y doctora en filosofía de la UBA. Hay que separar la cuestión jurídica de la religiosa, insiste la política e investigadora. Qué pasa con el concepto tradicional de familia, según su análisis. | ||
-¿Comparte esta sensación de que más tarde o más temprano el matrimonio gay será un hecho en la Argentina? -Sí, la comparto; ésa era la voluntad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, expresada por la Justicia y por el Ejecutivo, en un proyecto que yo saqué en la Legislatura declarando nuestra recomendación al Congreso nacional para que rápidamente legislara a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo. La verdad es que creo que había voluntad de toda la ciudad de Buenos Aires para hacerlo y que la no autonomía legislativa que todavía tenemos hace que la Justicia nacional interfiera con este hecho y lo único que va a ocurrir es que se va a retrasar. La ciudad de Buenos Aires fue pionera en América Latina con la unión civil y creo que este tema, que es un tema de derechos individuales, que tiene que ver con el acceso a la igualdad, con la no discriminación, me parece que hay opinión pública absolutamente sensible, que éstos son temas que ya no generan resquemor más que lo que constituye una batalla simbólica. Yo creo que acá hay una batalla por los sentidos que consiste en apropiarse de una institución que a la vez tiene un aspecto jurídico, que tiene que ver con el acceso a un contrato de matrimonio, que es un derecho civil, y, por otro lado, una cuestión dogmática, religiosa, que es el matrimonio como un sacramento, que es el matrimonio religioso. Durante mucho tiempo lo religioso y lo jurídico estuvieron unidos y para mucha gente deberían seguir estando unidos y la verdad es que, desde 1994, la Argentina es un país laico, un país donde no hay religión de Estado. Lo que sí podemos discutir es por qué todavía tenemos que sostener el culto pero no debemos discutir que las leyes son leyes y los dogmas son dogmas y que en todo caso un dogma se debe hacer valer entre los feligreses de ese dogma pero no tiene por qué ser ley para toda la ciudadanía. Entonces quedarse con la palabra "matrimonio" sólo para la unión religiosa y que no pueda haber un derecho civil que se impuso durante siglos, a mí me parece abusivo. Es decir que no se permite que se amplíe el derecho y se arribe a lo que simbólicamente significa un matrimonio sino que se retiene el simbolismo matrimonial sólo para el sacramento religioso. A mí me parece que hay políticas de reconocimiento que son tan importantes como las políticas de distribución económica. Ésta es una política de reconocimiento, una lucha por el sentido, una lucha política porque tiene que ver con disputas de poder. Me parece que nuestro país -como país laico- tiene que proponer la amplitud de todos sus derechos a todos sus habitantes sin ningún tipo de discriminación, porque es lo que la Constitución nacional recomienda, y si vemos que un código está en colisión con la Constitución entonces es el código lo que debe modificarse. -¿Qué significa para las minorías sexuales esta pelea por lo simbólico? -Significa sencillamente una equiparación, una convicción de que podemos tener los mismos derechos seamos quienes seamos. Si yo, Diana Maffía, estoy casada hace treinta años y lo mío se llama "matrimonio" también puede serlo cualquier unión de dos personas con objetivos de protección, afecto, de cuidado mutuo, expresión amorosa y conformación de una familia. La idea de que sólo sean personas de diferente sexo con el objetivo de procreación impide ingresar al matrimonio a personas cuyo objetivo no sea tener hijos. Es un modo absolutamente restrictivo y además no tiene que ver con cuestiones legales. Entonces me parece que es revisable socialmente, que en algún momento reflejó la aspiración de una sociedad pero que ya no la refleja. Es altísimo el porcentaje de opinión pública que acompaña esta ampliación del matrimonio por fuera del matrimonio de personas de diferente sexo. Todo el mundo tiene derecho a una convivencia feliz, protegida, amorosa. Si la familia conserva alguna vigencia, esa vigencia debe ser alcanzable por cualquier par de personas que aspiren a esa protección, a esa convivencia, a ese afecto mutuo, a ese sostén y a ese compartir derechos y deberes que significa el matrimonio. -¿Si el concepto de "familia" tradicional cambió, se acabó la familia? -No sólo que, en la actualidad y en nuestro país, hay muy pocas familias que respondan a la descripción tradicional, muy pocas estructuras con ese formato de familia nuclear, sino que además se pretende hacer valer esta definición de familia como eterna cuando es una familia reciente, generada con el surgimiento del Estado moderno y surgida fundamentalmente para proteger un nuevo modelo económico que es el capitalismo. La idea de esa familia amplia -que incluía a quienes trabajaban en la estructura, a los esclavos, y no solamente la mujer, los hijos y el patriarca- se restringe con la Revolución Industrial porque deja de ser el lugar de producción, que se traslada al ámbito público, a las fábricas, y sólo conserva su función reproductiva y de cuidado. La familia se achica, se hace pequeña y genera dos obligaciones diferenciadas: la obligación del sostén económico por parte del varón, o sea, el patrimonio, y la obligación de legitimidad de los hijos en la mujer, que es el fin reproductivo del matrimonio. Quiere decir que esto está hecho para la legitimación de la propiedad privada y de la herencia de la propiedad privada. Prestarle carácter sagrado a una estructura hecha a la medida de un cambio económico es una necedad, es naturalizar una estructura que de ninguna manera es natural sino que ha sufrido muchísimos cambios y de hecho ya no es la estructura predominante en nuestra sociedad. Ahora, uno podría decir "Se acabó la familia" o "Sigue habiendo funciones importantes para la familia". Yo creo esto último, que sigue habiendo funciones importantes en el sentido de que hay un núcleo primario de seres muy vulnerables, como son los hijos, y la familia es el espacio de la primera socialización, de la adquisición de la lengua materna, del afecto, del cuidado, de la protección mutua, del sostén, del compartir responsabilidades. Ese núcleo sigue teniendo una función social importantísima pero nada indica que esa función deban tenerla personas de diferente sexo ni que tenga que ver con la procreación. Me parece que son objetivos sociales, éticos y morales que no podemos restringir solamente por la orientación sexual, la identidad o la procreación. -¿Qué hay detrás de esta defensa tan férrea de la postura de la Iglesia? -Ciertas cuestiones religiosas yo no las voy a discutir porque son posiciones religiosas, como por ejemplo la de expulsar a personas divorciadas o a homosexuales de la protección que se supone que es pertenecer a una religión. Ésa es una decisión del dogma. Ahora, pretender que se las expulse de instituciones sociales me parece completamente abusivo porque es poner a la Iglesia a tutelar las organizaciones republicanas, a tutelar la Legislatura, la Justicia y el Ejecutivo, cosa que resulta inapropiada porque éste no es un Estado talibán, éste es un estado laico y esto, evidentemente, a mucha gente le cuesta trabajo respetarlo. -¿Cómo analiza el hecho de que los diputados del oficialismo no den quórum para debatir el proyecto? -Es evidente y es público que los diputados oficialistas nacionales al principio dieron su apoyo al proyecto y luego lo retiraron. Se enfrió la situación por pedido de la propia presidenta y de su viaje al Vaticano, que no quería que fuera enturbiado por esta cuestión del matrimonio gay. El hecho de que la ciudad de Buenos Aires sencillamente no se pusiera en contra fue reclamado airadamente por el arzobispo de Buenos Aires, no tanto por el bien de sus feligreses sino por la preservación de su carrera hacia el Papado. Acá hay muchos intereses de distinta índole que no son precisamente la salvación de las almas. -¿Tiene esperanzas en un fallo favorable de la Corte Suprema de Justicia? -Siempre tengo esperanzas de que la Corte acompañe las cuestiones que son justas. Sí tengo esperanzas de que la Corte tenga esa posibilidad de repensar cuál es la validez del Código Civil en este tema y en muchos otros en los que tenemos que ir avanzando. El cambio es inapelable; se puede entorpecer y retrasar, pero no impedir. -¿Cuál es el mensaje a las parejas de gays y lesbianas que esperan poder ejercer su derecho a contraer matrimonio? -Me parece que la vida de las parejas es siempre trabajosa. Así como había un viejo eslogan que decía que la tierra es de quien la trabaja, el matrimonio también es de quien lo trabaja. Gays, lesbianas, heterosexuales... todos tenemos el mismo trabajo frente a la constitución de una pareja, su preservación y su mantenimiento. Tendríamos que estar más atentos al desamor social, a la exclusión de sectores tan vastos y amplios de nuestra sociedad, a la intolerancia y al desgarramiento que eso significa, que a impedir que puedan unirse, amarse y cuidarse personas que trabajosamente han llegado a encontrar a otro con quien compartir sus días. NATALIA LóPEZ natalial@rionegro.com.ar | ||
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