Lunes 07 de Diciembre de 2009 Edicion impresa pag. 23 > Sociedad
En el Alto, un gimnasio a puro pulmón
Un cura impulsó la importante obra, en Bariloche. El edificio se construyó sin ayuda estatal.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- "Nuestro criterio y nuestra prioridad es que toda esta obra es para los chicos", asegura el padre Branko Ian mientras recorre el inmenso gimnasio "Medalla Milagrosa", que a poco de su estreno ya constituye una referencia indispensable en los barrios altos de la ciudad.

La obra fue ejecutada a partir del esfuerzo de la comunidad parroquial, con la venta de manzanas traídas del Alto Valle, donaciones particulares, aportes de la congregación San Vicente de Paul y mucho trabajo voluntario.

El gimnasio es de los más grandes de la ciudad porque Branko y su gente querían asegurarse de que ningún deporte quede afuera. Así es como a las instalaciones no les falta nada, desde la necesaria calefacción hasta un vistoso hall de ingreso y cómodos vestuarios.

El cura advierte que detrás de cada una de esas decisiones el mensaje es que "el pobre vale lo mismo" que aquél que no lo es.

El sueño del gimnasio nació hace 16 años, cuando desde la parroquia Medalla Milagrosa empezaron con los fletes de fruta comprada a chacareros del Valle para vender en Bariloche y generar fondos para distintas demandas urgentes de los barrios.

La construcción del complejo llevó algo más de dos años y la inauguración formal fue hace 15 días, aunque la necesidad había llevado a ponerlo en uso varios meses antes.

Durante las tardes el enorme recinto alberga a grupos de chicos de distintas edades que aprenden voley, fútbol, handbol, tenis de mesa y ajedrez. Las clases son gratuitas y los chicos sólo pagan un seguro de dos pesos mensuales.

Por las noches el gimnasio es alquilado para fútbol reducido y esos ingresos son los que ayudan a mantener el resto de los deportes, ya que no reciben subsidios de ningún tipo.

Durante el año el municipio facilitó algunos docentes, que interrumpieron su servicio el 30 de noviembre para volver recién cuando termine el verano.

El edificio del gimnasio tiene dimensiones y altura oficiales para todos los deportes practicados bajo cubierta. En un extremo cuenta con un escenario y en el otro con una importante tribuna de cemento.

El edificio está emplazado entre los barrios Arrayanes y Boris Furman, en un gran predio surcado por un profundo cañadón, que exigió arduos trabajos de limpieza y hoy luce una incipiente forestación.

El emprendimiento se destaca aun más ante la falta de inversión pública y la particular desatención del Estado por el deporte comunitario.

El único gimnasio en el Alto es el "municipal 2", bastante más chico y sobre exigido desde hace años. También cuenta el de la escuela 154, que tiene problemas de infraestructura y no está abierto a la comunidad.

El gimnasio de "Medalla...", como le dicen todos, costó 1.209.000 pesos, a los que se suman 53.121 pesos de trabajo voluntario, 111 mil de servicios profesionales gratuitos (arquitectos, geólogos y otros), y 106 mil de donaciones de materiales. Con lo cual el costo por metro cuadrado fue de sólo 665 pesos.

Del total de la inversión el 21,5% provino de la venta de fruta, el 38% de donantes varios y el resto fue aportado por "fondo solidario" de la congregación vicentina.

Branko subraya su íntima satisfacción de ver cumplido los objetivos de "proponerles a los chicos y los jóvenes una alternativa de vida distinta a la computadora, al ocio y a la droga" y de que "la gente entienda el gimnasio como propio".

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