Aún no se sabe si fue por un repentino amor o por el relajamiento que siempre sucede a una tensa reunión. Lo cierto es que el Senado, tras sancionar la reforma política, aprobó también como ley la creación del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo.
La historia reblandecida contará que una noche 55 senadores nacionales contrayendo sus músculos y estimulando sus glándulas sudoríparas elevaron sus manos en pos del deporte, una palabra ya casi olvidada en el degradado alfabeto legislativo.
¿Habrá caído la ficha tras tanta ausencia normativa o será la vergüenza de ver deportistas de elite mendigando por un mendrugo, atletas perseguidos por nubes de mosquitos, ciclistas dorados detenidos por la policía a la vera de una ruta o remeros palear en las putrefactas aguas del delta?
Cada cuatro años miramos de reojo el medallero olímpico y exigimos de nuestros atletas lo imposible. El talento y la constancia de muchos deportistas argentinos nos han salvado de verdaderos papelones. Hay esfuerzos ciclópeos que, aún sin clasificar, no han sido ponderados suficientemente.
Hoy en la Argentina hay cientos de destacados atletas amateurs que trabajan o estudian a diario y luego se entrenan con el mayor rigor profesional. Muchos para estar en un nivel competitivo de elite se han visto obligados a emigrar y con ello a superar todos los condicionantes que las múltiples dificultades extradeportivas conllevan. Son muy pocos los que cuentan con apoyatura de sponsors o becas que les permitan dedicarse exclusivamente al deporte. Es por ello que la ley ha sido tan bienvenida por los beneficiarios de la misma: los deportistas de alto rendimiento.
La letra de la ley
La norma en cuestión tiene por objeto financiar el deporte olímpico. Por dicha razón, fue promovida por el Comité Olímpico Argentino y la Secretaría de Deportes de la Nación.
En su artículo 4 sostiene que "el ente no tendrá fines de lucro y gozará de autarquía administrativa y financiera, sin perjuicio de los mecanismos de control y fiscalización que se establecen".
Así, el artículo 26 señala que el Enard será financiado "con el producto de un aporte adicional del uno por ciento aplicado sobre el precio de los servicios y abonos que las empresas de telefonía celular facturen a sus clientes, neto de IVA".
De esta forma, las empresas aplicarán a sus clientes ese aporte adicional y deberán girarlo dentro de los 30 días de percibido a una cuenta que se abrirá para el ente en el Banco Nación.
El Enard otorgará becas para atletas con el fin de facilitar la mayor exclusividad posible de dedicación durante su vida deportiva. A su vez, se pagarán honorarios de entrenadores y técnicos especialistas en alto rendimiento y también la adquisición de los elementos necesarios para el procedimiento de controles antidoping.
A un día de esta grata noticia, la cámara que agrupa a las operadoras de telefonía celular puso su grito en el cielo invocando que no era resorte de dicho grupo financiar el olimpismo.
Lo cierto es que hoy la Secretaría de Deportes cuenta con un magro presupuesto de 132 millones de pesos al año que debe repartir entre el deporte social y el de alto rendimiento.
Con el nuevo fondo se espera reunir 200 millones de pesos al año, cifra que por sí sola supera enormemente el presupuesto actual.
Muchos adjudican este apoyo al recientemente designado presidente del COA Gerardo Werthein. Desde otro lugar se ha criticado a dicho empresario por ser principal accionista de Telecom. El reproche apuntaría a la incompatibilidad que significaría que la persona que recauda sea la misma que administra los fondos.
Es de esperar que los fondos que surjan de la nueva ley sean bien utilizados y distribuidos equitativamente. También que en las próximas ediciones olímpicas -Londres y Río de Janeiro- podamos contar con atletas mejor preparados física y mentalmente.
Para concluir, no deja de ser paradójico que el sostén económico deportivo derive del uso del teléfono móvil. Quizás las mayores cargas impositivas que se han establecido para dicho tipo de comunicación contribuyan a que el celular sea utilizado con más mesura. Y para quienes no puedan ahorrar verbo, para aquellos "campeones olímpicos" del habla a distancia, contar con una excusa perfecta: la de hacerlo por amor al deporte.
(*) Abogado. Profesor nacional de Educación Física
marceloangriman@ciudad.com.ar