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CONTEXTO: Una encrucijada más que compleja | ||
El presidente Evo Morales tendrá un difícil reto si es reelegido hoy: convencer a la comunidad internacional de que puede realizar su cruzada en favor de la hoja de coca y al mismo tiempo luchar contra el narcotráfico sin ayuda de la DEA, a la que expulsó el año pasado. El mandatario, quien es igualmente presidente de las seis confederaciones cocaleras de la región del Chapare (zona productora de esa hoja en Bolivia), ha realizado en foros internacionales una cerrada defensa de la coca, que tiene uso medicinal y alimentario tanto en su país como en Perú. Destinada a ese uso, en Bolivia se cultivan de manera legal 12.000 hectáreas de la hoja, aunque los cálculos de las Naciones Unidas señalan que en el país existen unas 30.500 hectáreas. Esta cifra representa un aumento de 20% sobre las 25.400 que había cuando Evo llegó a la presidencia. El presidente Morales ha dicho que buscará que el número de hectáreas legales aumente hasta 20.000. Investigadores y analistas han alertado que de la mano del aumento de la hoja de coca en Bolivia se están estableciendo cárteles colombianos y mexicanos, lo que ha generado un fuerte aumento de la producción de cocaína. El año pasado, en el marco de sus malas relaciones con Estados Unidos, Morales decidió expulsar a la agencia antidrogas norteamericana DEA. "La política interdictiva se acabó cuando Morales le cerró el camino a la DEA, que sabe cuáles son las rutas del narcotráfico, del dinero y los lazos con México y Colombia que tienen cárteles asentados en este país. La falta de la DEA nos ha dejado ciegos, porque no tenemos información para intercambiar", dice a la AFP Ernesto Justiniano, diputado opositor y ex zar antidrogas. (AFP) | ||
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