COPENHAGUE (AFP y AP).- El presidente estadounidense Barack Obama apenas había anunciado en Washington que finalmente sí acudiría en persona a la fase final y decisiva de la macroconferencia en Dinamarca, cuando afloraron nuevas esperanzas de alcanzar un acuerdo climático y un halo de "Yes, we can" envolvió Copenhague.
Colegas y críticos poco propensos a deshacerse en elogios desproporcionados reaccionaron con vehemencia. El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, aseguró en París que estaba "entusiasmado" con el cambio de planes de Obama, que en un principio sólo tenía intención de pronunciar un discurso sin compromisos durante los primeros días de la cumbre en Copenhague.
El primer ministro danés, Lars Løkke Rasmussen, se alegró de "la determinación sin precedentes de frenar el calentamiento global" que ha demostrado Obama junto a los 102 jefes de Estado y de gobierno que han confirmado su asistencia a la capital danesa.
La organización de protección medioambiental Greenpeace consideró que gracias a la presencia de Obama el último día de las negociaciones (18 de diciembre) se cumplen "todos los requisitos para un acuerdo climático mundial histórico".
Alabó, además, en un primer momento de euforia, el éxito de la "implicación personal" de la canciller alemana, Angela Merkel, que había instado a Obama por teléfono a asumir personalmente la responsabilidad en las negociaciones para un acuerdo final, al igual que los demás jefes de Estado y de gobierno.
"Ahora el presidente Obama estará en el lugar indicado en el momento indicado con las personas indicadas", expresó la organización británica de ayuda al desarrollo Oxfam su satisfacción.
El anuncio de Obama, además de la relevancia de Estados Unidos también en materia climática, hizo olvidar rápidamente a la mayoría que Obama ha vacilado demasiado en encontrar el momento y el "lugar indicado".
Además, las propuestas políticas de Washington sobre clima son consideradas insuficientes en comparación con las de la UE para convencer a los países en vías de desarrollo de la voluntad sincera de los ricos países industrializados de asumir su responsabilidad como principales contaminantes en la lucha contra la amenaza de una catástrofe climática.
La intención de Obama de hacer una breve parada para pronunciar seguramente un bonito discurso en Copenhague en su viaje para la recepción del Premio Nobel de la Paz a Oslo, había sido interpretado como entierro político climático de primer orden.
El mismo día pretendía continuar con el Air Force One a la vecina Noruega, para recoger su Premio Nobel de la Paz.
Poco antes de que arrancara la cumbre climática en el edificio "Bella Center" en Copenhague el presidente tuvo que caer en la cuenta de que su ausencia no sería coherente con la repetida nueva voluntad de Estados Unidos a una cooperación mundial, en lugar de adoptar una arrogante actitud unilateral, como la de su predecesor George W. Bush.
Nadie sabe si el giro de última hora realmente se traducirá en mejoras substanciales para el acuerdo climático que se aspira alcanzar. Lo que sí se daba por hecho el fin de semana en Copenhague es que Obama se ha asegurado poco antes de la conferencia de defender una misma línea que lleve a un resultado aceptable, poniéndose discretamente en contacto con socios y socias.
El hecho de que inmediatamente después se extendiese de nuevo una ola de optimismo, al menos en los países occidentales, a los que volvió a infundir el sentimiento esencial del "Yes we can", parece que confirma de manera desconcertante la decisión del jurado de distinguir a Obama con el Nobel de la Paz.
A lo largo de veinte años, a medida que aumentaban las temperaturas en el planeta, los representantes de las naciones del mundo se han reunido anualmente para tratar de hacer algo al respecto. La historia los congrega ahora en esta frígida capital del norte de Europa, donde enfrentan una encrucijada.
El mundo ha puesto sus miras en Copenhague "para presenciar lo que creo será un momento decisivo histórico en la lucha contra el cambio climático´´, afirma Yvo de Boer, organizador de las Naciones Unidas de la reunión de dos semanas que se inicia mañana.
Mientras se discute y negocia, las consecuencias del cambio climático son más importantes de lo que se esperaba (ver recuadro). Las masas de hielo continental y los glaciares se derriten a mayor velocidad de lo predicho por el último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), de 2007. Además, el aumento del nivel del mar también es mayor, según se desprende del "Diagnóstico Copenhague", para el que 26 destacados investigadores internacionales recopiliaron datos hasta fines de noviembre.