"Víctor Jara vive en el corazón de su pueblo", rezaban las banderas alzadas por miles de chilenos que caminaron el sábado más de 4 km para acompañar el coche fúnebre gris que trasladó los restos del cantautor Víctor Jara, ejecutado en 1973 por la dictadura de Augusto Pinochet.

Entonando el grito "Compañero Víctor Jara presente, ahora y siempre, hasta conseguir verdad y justicia", los millares de chilenos (al menos 6.000 según las últimas estimaciones), acompañaron a la viuda del folclorista, la británica Joan Turner, y sus hijas Manuela y Amanda, a otorgar al músico el funeral que no tuvo en 1973 cuando fue sepultado en el casi total anonimato.

"Hoy su cuerpo destrozado por la tortura y el metal volverá a la tierra envuelto del amor de sus niñas y su mujer, en el enorme amor que su pueblo y el mundo le ha expresado", dijeron sus hijas entre lágrimas, en un discurso en que se alternaron para hablar, al final de la larga romería que se extendió por más de cuatro horas.

"Este extraño funeral de Víctor, 36 años después de su muerte, es un acto de amor y duelo por todos nuestros muertos", señaló por su parte la viuda, que debió improvisar su discurso pues lo perdió entre la multitud, confesó. Con 82 años y después de resistir estoica la larga caminata a pleno sol, Turner pidió justicia para el crimen de su esposo y las más de 3.000 víctimas que dejó la dictadura de Pinochet.

"Sabemos que en esta multitud hay muchísimas familias que sufren el mismo dolor que sufrimos nosotros, exigimos justicia", señaló Turner. Claveles y banderas tiñeron de rojo el extenso cortejo que se inició pasadas las 10H00 locales (13H00 GMT) desde la Fundación Víctor Jara, en la céntrica Plaza Brasil de Santiago, donde sus restos fueron velados por dos días.

"Venimos a rendirle el homenaje del pueblo. Es lo menos que se merece", comentó Manuel, uno de los miles que marcharon junto al féretro del cantante, acribillado con 44 balazos en los inicios de la dictadura de Pinochet.

La marcha incluyó cantos, gritos y danzas y en ella participaron miembros del Partido Comunista -en el que militaba Jara-, varios sindicatos de trabajadores, organizaciones mapuches, artistas, hinchadas de equipos de fútbol y cientos de niños que acompañaron a sus padres.

Todos quisieron rendirle un tardío tributo al folclorista, que en 1973 fue sepultado sólo en presencia de su viuda y otras dos personas, sin aplausos ni miles de flores como ahora. El masivo homenaje se inició el jueves, cuando la Fundación Víctor Jara -dedicada a difundir su obra-, abrió sus puertas día y noche para albergar a todos los que quisieran despedir al cantante, autor de canciones como "Te recuerdo Amanda", "A desalambrar" o "El Cigarrito", consideradas íconos del canto popular latinoamericano.

El viernes asistió al velatorio la presidenta Michelle Bachelet, quien abrazó largamente a su viuda y afirmó que ahora el cantante "puede descansar en paz". El funeral terminó con un acto a la entrada del Cementerio General de Santiago, donde hablaron la viuda y las hijas de Jara, y entre otros artistas se presentó la agrupación folclórica chilena Inti-Illimani.

Al interior de panteón, sólo ingresó un grupo reducido de personas, porque el deseo de su familia era rendirle un último íntimo homenaje. El funeral del músico fue posible después de que un juez ordenara la exhumación de los restos del cantante, lo que se concretó el 4 de junio.

Una serie de nuevas pericias permitieron comprobar lo que siempre se supo: que Jara fue brutalmente acribillado a balazos por agentes de la dictadura. El juez a cargo de las investigaciones ordenó la exhumación luego de que un ex conscripto confesara ser el autor material del crimen, aunque luego se retractó. No se determina aún quien dio la orden para asesinar al cantante.

AFP