Sábado 05 de Diciembre de 2009 Edicion impresa pag. 44 > Cultura y Espectaculos
El encantador infierno de AC/DC
Ya van dos noches de auténtico viaje rockero en River. 100 mil personas, seducidas por las Angusmanía.

Unas 50 mil personas cada noche hicieron un alucinante viaje rockero, el miércoles y anoche nuevamente, por la Autopista del Infierno conducidas por la banda australiana AC/DC. Los veteranos rockeros australianos son tan locales en la Argentina como los mismos Rolling Stones, y por eso el público los extrañaba, después de 13 años de ausencia.

Por esa razón, los AC/DC decidieron honrar ese vínculo, con una puesta en escena fastuosa. El escenario de River presentaba una puesta de sonido con torres de baffles gigantescas. Las torres de sonido e iluminación ubicadas a la izquierda y la derecha estaban coronadas por grandes gorros rojos con cuernos que son el motivo elegido como ícono oficial de esta gira.

Detrás de la batería de Paul Rudd había una gigantesca escenografía que simulaba el lateral de una locomotora y a los costados sendas pantallas de video. Además el escenario, tenía una larga pasarela que iba casi hasta la mitad del campo de juego.

Pero el eje de esta banda es la música y en especial lo que pueda hacer ese pequeño monstruito de 1 metro 50, que es Angus Young, que munido de su Gibson SG puede sacar los riffs más pegadizos del rock. Otra pata en la que se apoya el monstruo AC/DC es sin dudas el cantante Brian Johnson que con su look de borracho simpático de cantina, arenga a todos con esa garganta con arena y mucho, pero mucho alcohol. Una tercera pata son el segunda guitarra Malcolm Young, el bajista Cliff Williams y el baterista Paul Rudd que sostienen la maquinaria mientras Angus recorre el escenario como un niño pasado de testosterona y anfetaminas.

A las 21, las luces se apagaron y en las pantallas se pudo ver un video animado de un tren avanzando a toda máquina hacia una ciudad conducido por Angus Young, al que dos curvilíneas chicas le impedían descarrillar. Y eso le dio paso a "Rock and Roll Train", corte de su último disco "Black Ice" al que le siguió "Hell Ain´t a Bad Place to Be" del disco "Let There be Rock" de 1976 cuando todavía Bon Scott estaba vivo y era el cantante de la banda.

Esas canciones fueron elevando a la gente que estalló cuando sonó el riff de "Back in Black" y el sismógrafo porteño reportó un movimiento telúrico en Núñez. Otros cuatro minutos de rocanrol caliente llegaron de la mano de "Big Jack" que les permitió entender a los más jóvenes, a aquéllos que no estuvieron en River en 1996, el por qué del misterio de Angus Young y su SG. "Hola Buenos Aires", saludó Brian Johnson en castellano para luego agregar en inglés: "no hablo bien el español, pero si hablo rocanrol" y esas palabras le dieron paso a los primeros acordes del clásico "Dirty Deeds Done Dirt Cheap".

"Thunderstruck", otro hitazo demoledor del grupo, entregó otro momento álgido de la noche. Al promediar el concierto la banda tenía preparado otra sorpresa: el descenso de una gigantesca campana que Brian Johnson hizo tañer para dar paso a "Hell Bells", un clásico.

Por primera vez en la noche, Young se apoderó de un micrófono para hacer los coros de "TNT", un clásico de 1975, mientras unas largas lenguas de fuego surgían de los costados de la batería de Rudd.

A lo largo de toda la noche, AC/DC condujo a 55 mil fans por una autopista hasta un infierno que estuvo y estará encantador durante tres noches. La despedida fue con "For Those About to Rock (We Salute You)". (Télam)

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