"La nueva ley de mayoría de edad permitirá un reordenamiento al interior de la familia, ubicando en su lugar el tema de los derechos y obligaciones de los hijos entre 18 y 21 y el reconocimiento de los padres", consideraron ayer distintos especialistas.
Aspectos como la autonomía y la igualdad, el cumplimiento de deberes, la facilitación de trámites ante la ausencia de uno de los progenitores, la viabilidad de deseos, y también las frustraciones, atraviesan los efectos de esta normativa histórica, aprobada el miércoles en el Senado .
"Esto clarifica un hecho que es real con respecto a la autonomía de los chicos a los 18, por eso es un sinceramiento", precisó Gustavo Girard, director del Programa Adolescencia del Hospital de Clínicas, tras señalar que "va a ser mejor para la familia, esto hace asumir deberes, derechos y responsabilidades".
El especialista señaló que "a veces cuando uno se plantea cómo impacta, piensa en la familia tradicional continente, pero la realidad muestra que la familia está en grandes crisis y la mejor manera de afrontarla es con la realidad". Si bien enfatizó en la defensa y la importancia de la familia, dijo que "no hay que idealizarla, porque hay muchas cosas que no andan bien, como la violencia intrafamiliar, los casos de abuso, o una sobreprotección en otros casos, que anula".
En tanto, para el psicoanalista Jorge Garaventa, "el reconocimiento de derechos plenos a los 18 años no es meramente la legitimidad formal de algo que ya se ejercía, y si bien no es posible hablar de un impacto uniforme, no hay duda de que cada familia va a sentir en lo inmediato los efectos de la flamante legislación".
Puntualizó que "la misma ley que garantiza todos los derechos a partir de los 18 años se ve obligada a reconocer que la contraparte no es similar ya que por cuestiones sociales miles de jóvenes no van a poder asumir a pleno sus responsabilidades".
De este modo, Garaventa hizo referencia a la excepción de la norma que establece que los padres o tutores deberán continuar con la manutención de los hijos y su obra social hasta cumplir los 21 años.
La ley permitirá a los jóvenes, por ejemplo, tramitar documentos, firmar contratos, encarar emprendimientos comerciales y casarse a los 18 años sin autorización de sus padres.
Por su parte, la psicoanalista Rebeca Hilert destacó que la nueva ley "es un gran paso ya que los padres les van a poder exigir a los hijos que se hagan cargo de cómo manejan su tiempo, de sus gastos, de cómo se responsabilizan en lo laboral, en el estudio". En este sentido, afirmó que "es beneficiosa para el funcionamiento de la familia, para que cada cual ocupe su lugar, que el que reclama derechos tenga también deberes". No obstante, remarcó que el impacto que tendrá en las familias va a ser diverso atendiendo a la singularidad de cada hogar, pero rescató el ordenamiento que crea para padres e hijos "desde el punto de vista jurídico y subjetivo". (DyN)