Jueves 03 de Diciembre de 2009 Edicion impresa pag. 12 > Regionales
BASTOS, VASCONCELOS Y ANAHÍ TAPPATÁ DISERTARON EN BODEGA CANALE: Crítica visión de tres economistas en Roca

No hay pronósticos económicos como para estar demasiado tranquilos. A nivel nacional, las perspectivas parecen mejores que para nuestra región. ¿Vendrán las inversiones?, ¿puede Argentina aprovechar la tracción externa de cinco países emergentes que están saliendo de la crisis?, ¿qué puede pasar con el tipo de cambio?

Las respuestas se reducen a pocas palabras: la necesidad de confianza, de seguridad jurídica, el respeto de los contratos y un buen aprovechamiento de las oportunidades que llegan.

Un almuerzo de trabajo para escuchar a tres analistas económicos de la Fundación Mediterránea congregó ayer en Roca a un centenar de empresarios, fruticultores y comerciantes de la región. Fue en medio de los magníficos toneles de roble de la Bodega Humberto Canale, en la chacra 186.

Expusieron el ex ministro de Infraestructura y ex secretario de Energía Carlos Bastos; el investigador del IERAL, Jorge Vasconcelos, y la investigadora de la filial Comahue del IERAL, Anahí de Tappatá. Las introducciones estuvieron a cargo del presidente de Fundación Mediterránea, Martín Amengual, y del alma mater de la Bodega, Guillermo Barzi Canale.

El detalle de las exposiciones podrá leerse en la edición del Suplemento Económico, el próximo domingo. Aquí un extracto de las ponencias:

* Bastos planteó un crítico panorama del sector energético, que contradice los optimistas enunciados del ministro De Vido. Habló de serios problemas de capacidad, de tarifas atrasadas que no cubren los costos de prestación y de caída de reservas de producción y gas, entre otros. "No se ven signos de mejoría", sostuvo.

En materia de subsidios (a la energía, el transporte, etc.), fue gráfico al señalar que en 2002 se entregaban $ 1.000 millones. Hoy son unos 40.000 millones. ¿Por qué se llegó a esta situación? "El sector queda atrapado en la crisis del 2001, que se resuelve con ley 25561 de Emergencia pública, que apuntó sólo a problemas monetarios: se pesificaron las tarifas de servicios públicos y se renegociaron los contratos de concesión de distribuidoras. No hubo aumentos tarifarios (recién algo este año)". Consecuencia: crece la demanda (ahora en precios reales a un tercio de los valores de mercado) y se retrae la oferta. Lo grave también: se dejaron de pagar costos de capital: nadie más invierte.

Bastos abogó por reconstruir el sector energético y prestar atención a los problemas de fondo. Esto propuso: precios y tarifas al nivel de los costos económicos, un sistema de precios sometidos al equilibrio del mercado (precios libre), esquemas de subsidios a la persona y no a la actividad, normalizar entes reguladores, reestructurar contratos de concesión de distribuidores y transportistas y nuevos procedimientos en mercados mayoristas de gas y electricidad. Colateralmente, planteó la necesidad de una política migratoria que evite la apropiación de beneficios económicos y que "abra el país al que quiera trabajar, no a delincuentes y vagos".

* El comienzo de la conferencia de Vasconcelos pareció optimista, pero no tardaron en llegar las luces de alarma. Dijo que el próximo año será de recuperación, "pero con muchos limitantes. No es una recuperación que entusiasma". Va de la mano de un resurgimiento mundial a ritmo heterogéneo en cinco países que concentran un tercio de las exportaciones argentinas: India, China, Rusia, Brasil y Corea. Advirtió otro efecto positivo sobre las materias primas: retorna la debilidad del dólar.

Pero va a haber "muchas turbulencias" ante la posible revaluación del yuan o el aumento de tasas de interés en dólares y el desempeño de la deuda pública estadounidense.

Ponderó también el desempeño cauto y conservador frente a la crisis adoptado -en contraste con la Argentina- por Brasil, Chile y Uruguay, que se recompensó con la alta popularidad que ostentan Lula, Bachellet y Tabaré.

Las señales de peligro para el país: la alta capacidad ociosa -limitada, puntual- de instalaciones, industrias. Se necesitan ahora nuevas inversiones, cosa que en el 2003 no era tan necesario. También un escenario insatisfactorio de empleo: debilísima generación. Sostuvo que habrá que tener en cuenta las oportunidades de negocios, siempre que se mejore la organización de la economía. Estar atentos al factor Brasil y China (por ejemplo, en el segundo semestre puede cambiar el panorama político brasileño con las elecciones y hay fuerte presión devaluatoria). Mencionó entre los bemoles el crédito muy limitado que existe para la inversión. Otras amenazas: la inflación, la pulseada provincias-Nación, la necesidad de financiamiento (faltan más de 7 mil millones de dólares).

Se refirió también al tipo de cambio y ató su evolución a que Nación logre o no financiación. Si no tiene más remedio que recurrir al Central, los mercados se pondrán nerviosos y el tipo de cambio subirá naturalmente. Finalmente instó al respeto de los contratos y la seguridad jurídica, como elementos clave para la inversión.

* Anahí de Tappatá hizo notar que "el Comahue acorta las diferencias con el resto del país". Y eso es malo si miramos las cifras. Durante años, dijo, nuestra región era un especie del mítico "El Dorado", donde los datos siempre eran históricamente más alentadores que el resto del país. Ahora los indicadores empiezan a parecerse, en cuanto a solvencia del sistema financiero, de confianza del consumidor, de ventas de supermercados, desempleo abierto...

Por si fuera poco, dijo, "tenemos problemas de puja distributiva (de la temporada frutícola 2009 que no terminó y la que empieza). "Estamos frente a una situación compleja, que requiere serenidad de los actores", opinó.

Agregó la cuestión fiscal. Describió que Río Negro está en delicado retraso de sus obligaciones salariales, apela al endeudamiento privado con garantía de coparticipación y el stock de deuda supera el presupuesto. ¿Es un problema de ingresos el de Río Negro? Evidentemente no porque, por ejemplo, el ingreso por habitante de la provincia es de 3.855 pesos contra 1.877 de Buenos Aires. Por otra parte, los salarios públicos tuvieron aumentos por sobre la inflación, como pasó como el de los privados (y aún más).

La economista hizo notar el peso del sector público: los 40.600 puestos públicos representan el 44% de los empleos privados.

La sensación trasmitida, en definitiva, ha sido de una situación de fragilidad en la provincia sobre la que pidió reflexionar.

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