Martes 01 de Diciembre de 2009 Edicion impresa pag. 33 > Policiales y Judiciales
Preguntó sobre Agostina y vigiló antes del crimen
Comenzó el juicio por el brutal asesinato de la joven de Fernández Oro. La madre de la víctima y siete peritos comprometieron al imputado.

CIPOLLETTI (AC).- El relato de la madre de Agostina Mazzina reforzó la hipótesis que cerró la etapa de instrucción: Alex Velásquez Barrientos no actuó al azar sino que planificó el crimen. "Para mí él vigilaba a mi hija o a mi casa", dijo con énfasis Alicia Dora Fernández, que en varias ocasiones estalló en llanto ante el Tribunal.

Ayer comenzó el juicio contra el único imputado por el homicidio de la adolescente de 17 años de Fernández Oro. La jornada empezó con un planteo de nulidad del defensor oficial Alejandro Silva por la conformación del Tribunal con un juez civil, pero los camaristas no le hicieron lugar. Tampoco cuando solicitó que no se leyera el hecho que le reprochan a su defendido.

"Ocurrido en la ciudad de Fernández Oro en fecha 31 de enero de 2009 a las 4 aproximadamente", comenzó a leer el secretario Juan Pablo Piombo, mientras Dora Fernández mantenía la mirada fija hacia el imputado, que trataba de desviar su vista hacia el Tribunal.

Según la acusación, esa madrugada Velásquez Barrientos arribó al domicilio de la víctima, en Pueyrredón 151, subió al tejado de la vivienda, retiró las hojas de una de las ventanas que se encontraban en la parte superior, desde donde se deslizó hacia el interior de la habitación en la que descansaba Agostina. "Oportunidad en que con ensañamiento y alevosía -dice textualmente- aprovechándose del estado de indefensión de la víctima, le asestó una serie indeterminada de puñaladas con un cuchillo, provocándole 25 heridas de arma blanca en distintas partes del cuerpo, interesándole una de ellas la arteria carótida produciéndose minutos después la muerte de la menor por hemotórax agudo. Luego de lo cual, el imputado escaló la pared del cuarto para salir por el mismo lugar de ingreso y se retiró de inmediato", siguió leyendo el secretario. Ya para entonces no sólo la madre de Agostina sino varios compañeros y familiares tenían los ojos enrojecidos por las lágrimas.

Velázquez Barrientos se abstuvo de declarar. Y pidió permanecer en una sala contigua, sin presenciar el debate. Se lo permitieron.

Tras la exposición de la junta médica que demostró que el imputado pudo "comprender" sus actos (ver aparte), declaró la madre. Contó que el imputado trabajó en su casa como ayudante de un plomero, en mayo de 2008. Dijo que fueron pocas horas las que permaneció allí "esta persona", como denominó siempre a Velásquez. "A mí no me inspiraba confianza", reconoció la mujer.

Relató que en una oportunidad le preguntó cuál de sus hijas era la más grande. Y ella le contestó que "la más flaquita" (Agos). "Linda piba, se ve que es muy estudiosa porque anda con muchos libros. ¿En estos colegios les enseñan educación sexual?", le preguntó Velásquez. "Yo me sentí muy incómoda y le dije que no", afirmó.

A los pocos días lo encontró sentado en el nicho del hospital mirando hacia su casa. Estaba trabajando en una obra justo enfrente. Allí le preguntó por qué no cerraba el paredón de atrás y hasta quiso saber si "eran seguras las ventanas de ahí arriba y si tenía alarma".

La instrucción concluyó que desde esa obra en construcción el imputado -que se sentía "atraído" por la víctima, que en ningún momento entabló una relación con él- vigiló la casa, supo por dónde subir y por dónde entrar. La madre de Agostina agregó que creyó haberlo visto incluso después, en enero, andando en bicicleta en las inmediaciones. Para ella, "vigilaba". Lo mismo entendió el juez que lo procesó: "Estaba estudiando cómo ejecutar el crimen".

El debate continuará hoy a la tarde .

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