Domingo 29 de Noviembre de 2009 Edicion impresa pag. 43 > Cultura y Espectaculos
El western perfecto
Se cumplen 50 años del estreno de "Río Bravo", dirigida por Howard Hawks. Fue el primero de una trilogía que incluyó "El dorado" y "Río Rojo", siempre con John Wayne como protagonista. Para muchos se trata de una obra maestra.

La escena ha quedado subrayada en los libros de historia dedicados a los grandes western. El ayudante del Sheriff, Dude, víctima de una feroz resaca, entra por la puerta vaivén al bar en busca de un fugitivo al que acaba de herir en una persecución callejera. Su amigo y jefe, John T. Chance, irrumpe desde atrás. ¡Todos quietos, las armas al suelo!

Dude, a pesar de su patético estado, asegura haber visto lo que todos niegan en el lugar. "Nadie ha entrado aquí", le contestan con sorna. Luego comienzan las bromas pesadas. Recordando la adicción del ayudante, uno de lo parroquianos lanza una moneda a una vasija de metal, una de tantas que ha recogido Dude, en los últimos dos años, con el fin de pagarse un trago de whisky. El tiempo parece haberse detenido en el sitio incorrecto. El ayudante está a punto de quebrarse. Contrariado, se acerca a la barra en la que descubre un vaso de cerveza sobre el cual ha caído una gota de sangre.

"Después de todo sí voy a tomarme ese trago", le indica al cantinero y antes de que éste pueda terminar de servirle Dude gira con elegancia y velocidad y dispara certero hacia el cielo raso. Un único ¡bang! y el fugitivo se desploma sin remedio.

La conocida secuencia forma parte, por supuesto, de "Río Bravo" (1959), la primera película de la trilogía de Howard Hawks que se completa con "El Dorado" y "Río Rojo". Cada una de ellas mantiene un mismo patrón de personajes, pero "Río Bravo" fue la primera. Y la mejor.

Todo lo que se le pueda exigir a un buen western está allí. Más aun. Porque Hawks tuvo la inteligencia de sumarle elementos populares de un modo estratégico. El director apuntaló la figura emblemática de John Wayne con dos estrellas de la canción, el archiconocido Dean Martin (Dude) y el, por entonces, ídolo juvenil Ricky Nelson ("Colorado").

La trama posee un equilibrio notable entre la acción, el romance y una visión muy americana referente a los lazos afectivos que unen a los amigos.

Básicamente: un malandra, hermano de un rico hacendado llamado Joe Burdette (Claude Akins), mata a un vaquero indefenso. Chace no duda en ponerlo en prisión, sin embargo, Burdette y sus muchos secuaces tiene otros planes. Sacar al pillo de las rejas por las buenas o por las malas, el primero. A partir de entonces Chance se ve en la disyuntiva de entregar al malo del filme y ahorrarse problemas o de resistir hasta que llegue un juez con el apoyo de sus ayudantes: el borracho Dude (a quien los mexicanos llaman "borrachón" desde que se embriaga porque una mujer lo abandonó) y Stumpy (Walter Brennan), un abuelo cascarrabias, muy cómico, que no ve un burro a dos pasos y tiene problemas en una pierna.

Con el paso de las horas, Chance encuentra apoyo en un nutrido y variopinto grupo de personajes, junto a los cuales, como es de esperar, finalmente triunfa. Es el turno de la bella Feathers (Angie Dickinson) y del autosuficiente "Colorado Ryan" (Ricky Nelson). También están el dueño de un hotel (Pedro González-González) y su bonita esposa (Estelita Rodríguez).

En "Río Bravo" los fanáticos del género tienen la posibilidad de ver a John Wayne en uno de sus mejores momentos actorales, ubicado en la edad justa para encarnar a un personaje cansado aunque sabio y listo tanto para amar como para luchar. Se lo nota realmente ágil en una serie de escenas en las que debe poner el cuerpo.

El filme de Hawks fue estructurado como una sucesión de momentos de distinta intensidad que semejan el riel de una montaña rusa. Comienza en el absoluto silencio, puesto que durante toda la primera escena, en la que Dude entra a un bar poco menos que rogando por una moneda y que concluye con el disparo del hermano de Burdette a quemarropa, no se emite una sola palabra. En contraposición, el filme termina con explosiones de dinamita y maleantes corriendo de un lado al otro.

En el medio están las bellas piernas de Angie Dickinson (alguna vez elegidas como las mejores del mundo), las risas descontroladas de Stumpy y las canciones de Dean y Ricky, una de ellas titulada: "My Rifle, My Pony, and Me".

No sería exagerado decir que estamos en presencia del western perfecto.

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí