NEUQUÉN (AN)- El asesinato de un joven ocurrido en abril pasado, en el contexto de las numerosas guerras entre bandas que se producen con frecuencia en el barrio San Lorenzo, quedó sin esclarecer porque las pruebas contra el presunto autor fueron débiles.
Se trata del crimen de Esteban Raúl Curruhuinca (21) ocurrido el 2 de abril de este año en Otto Neuman y Carlos Potente.
El presunto autor, Pablo Daniel Currulef (24) fue absuelto ayer aunque los jueces afirmaron que tienen "la íntima convicción" de que es el asesino. Incluso uno de ellos mencionó que el caso le dejaba "un sabor amargo en la boca por la impunidad del hecho".
El crimen fue, según la sentencia conocida ayer, parte de "una guerra entre grupos antagónicos de baja extracción social".
Curruhuinca fue asesinado con un método cada vez más frecuente en el barrio San Lorenzo: le disparó el ocupante de la parte de atrás de una motocicleta mientras el conductor se ocupó de garantizar la huida a toda velocidad.
Ya son numerosos los crímenes ejecutados de esta manera, copiada a su vez del modo de actuar de la policía neuquina y que se remonta, por otra parte, al accionar de los asesinos a sueldo colombianos.
Según consta en el fallo de la Cámara Segunda, la víctima estaba sentada en el cordón de la vereda. La moto con dos ocupantes pasó prácticamente a su lado, el que iba atrás estiró el brazo y con un arma de fuego que nunca apareció lo ejecutó a quemarropa.
Curruhuinca murió casi en el acto. Su asesinato generó a su vez un enfrentamiento a tiros en el que Currulef fue herido; convertido en el principal sospechoso, quedó detenido hasta que ayer se dispuso su libertad.
La sentencia de los jueces Emilio Castro, José Andrada y Héctor Dedominichi señala que horas antes del crimen hubo otro ataque a tiros que habría tenido como víctimas a amigos de Currulef. Les habrían disparado jóvenes que se movilizaban en bicicleta, sin dar en el blanco.
El juez Castro entendió que hubo una "excursión punitiva". Y que el ocupante de la moto que disparó hacia Curruhuinca no lo hizo intencionadamente. "Tiró al bulto, a dar o no dar a lo que haya en el camino. No era forzoso que lo matara pero era posible, y ocurrió".
El homicidio tuvo sólo dos testigos presenciales quienes, por su estado de ebriedad, por temor, o por algún otro motivo, dieron versiones débiles como para sostener una condena. Y por eso el imputado fue absuelto y puesto en libertad.