El sólido rechazo inicial de la comunidad internacional al golpe de Estado en Honduras parece estar mostrando sus primeras fisuras conforme se acercan las elecciones en el país centroamericano, sin que por el momento se pueda vislumbrar si éstas acabarán rompiendo el dique de la unanimidad a favor de una solución pragmática a una larga crisis aparentemente entrampada en un callejón sin salida.
El derrocado presidente hondureño Manuel Zelaya ha llamado insistentemente a la comunidad internacional a no reconocer los comicios de mañana y a exigir su restitución, tal como prevé la resolución de la Organización de Estados Americanos (OEA) que suspendió al país centroamericano poco después del golpe.
También Naciones Unidas condenó de forma masiva la salida forzada de Zelaya el 28 de junio, en una unidad raramente vista en el marco de la diplomacia internacional. Sin embargo, en aquellos días iniciales de la crisis prácticamente nadie -salvo, quizás, el gobierno de facto de Roberto Micheletti que ha seguido hábilmente una estrategia de desgaste- contaba con que el conflicto se extendería más allá de unas semanas o incluso días. Y conforme pasaron éstas sin resultado alguno -pese a los múltiples esfuerzos negociadores- y se acercan los comicios considerados clave en la crisis, los votos de unidad parecen evaporarse.
Mientras países como Brasil, Venezuela o Nicaragua han dejado claro que sin la restitución previa de Zelaya no reconocerán el resultado de las elecciones hondureñas, otros en la región, como Panamá, ya han adelantado que sí lo aceptarán. Para desesperación de Zelaya, Estados Unidos anunció tras la firma del Acuerdo Tegucigalpa-San José el 30 de octubre que apoyaría con "ayuda técnica" el proceso electoral, si bien esta semana matizó que el reconocimiento de unas elecciones "necesarias pero no suficientes" para solventar la crisis estará supeditado a varios factores más.
Entre otros, Washington dijo que esperará a los reportes de los observadores electorales nacionales e internacionales, así como a que se cumplan los demás puntos clave del acuerdo, sobre todo la formación de un gobierno de unidad nacional y la votación en el Congreso sobre la restitución o no de Zelaya, prevista para el 2 de diciembre tras innumerables dilaciones de las que se acusan mutuamente las dos partes del conflicto.
Mas, si bien Estados Unidos, por su especial relevancia económica para Honduras, ha estado en el centro de las miradas (y las críticas), Washington no es el único en dilatar una postura respecto de Honduras. También México ha anunciado que no se pronunciará por el momento, argumentando, en consonancia con Washington, que "lo importante en este momento es seguir buscando el cumplimiento pleno del Acuerdo de San José", que Zelaya sin embargo ya ha declarado muerto.
Entre los países que mantienen la cautela sobre la situación hondureña figuran Colombia y Perú, cuya embajadora ante la OEA, María Zavala, dijo que habrá que "evaluar" la situación, sin definir una fecha.
Uno de los indicios más claros de que la firmeza inicial se está resquebrajando reside precisamente en el silencio de los últimos días de la OEA, que ha aplazado hasta finales de la semana próxima un encuentro para tomar una decisión "definitiva" sobre la crisis del país centroamericano, según dijeron fuentes del organismo a la agencia DPA. Es decir: no habrá reunión de todos los miembros del organismo hemisférico no sólo hasta después de las elecciones sino hasta que pase el plazo fijado para la decisión del Congreso sobre la restitución de Zelaya.
Pero una de las fisuras ya consolidadas es la provocada por el envío o no de observadores a las elecciones. La OEA en sí no ha mandado ninguna misión, pero países como Estados Unidos sí han aceptado que acudan miembros de organismos como el Instituto Democrático Internacional (NDI) y el Instituto Republicano Internacional (IRI). En Europa, España, la inminente presidenta de turno de la Unión Europea, se negó a enviar observadores, pero el conservador Partido Popular Europeo (PPE) anunció que manda una misión propia. Unas divisiones regionales e internacionales que no han pasado desapercibidas al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien esta semana manifestó su "preocupación" por el hecho de que los comicios hondureños se aproximen "sin un consenso y en medio de opiniones divididas en la región".
SILVIA AYUSO
DPA